Hace algo así como un mes, F, mi querida compañera
de piso (a lo Argentino suena mucho más top) me dijo que había tenido un sueño.
Me veía a mí, afanosamente enterrando algo. Ella le comentó el sueño a un señor
espiritual que le dijo que eso implicaba que se venían cambios, pero no para
ella, sino que para mí, la enterradora jajajajaa.
Me quedó dando vueltas esto. Y me empezó a dar
como un nudo en la guata. Confieso que los cambios – más aún los laborales – me
dan un poco de susto, como que me resisto y a veces me aferro, aún cuando sé que es mejor dejar ir.
+(1).jpg)
De ahí me vino la sensación de claustrofobia
laboral o sofocamiento, como lo he bautizado, en el que me cuestiono en qué estoy, con
mi clásico ¿qué mierda hago acá? para luego dar rienda suelta a mi ya clásica crisis existencial.
Descubrí en
medio del proceso - que duró como un mes - que amo el dinero, pero que
también necesito amar lo que hago. Y cuando eso no ocurre, me achancho, como
diría una abuelita. No tengo motivación de nada, y generalmente todo me da
tedio y sueño.
Ante este escenario, mi instinto más primitivo
me susurró una sola cosa: ¡Evacuar! Así, decidida a dejar uno de mis fuentes laborales,
empecé a buscar por aquí y por allá, dándome un máximo de 2 meses para
encontrar algo que de verdad me generara lucas y me gustara de corazón. En eso
estaba cuando a los días me entero que ahora mi búsqueda tendrá que se
obligatoria porque mis “servicios” no se renovarán para el 2013 y terminan
específicamente el 31 de diciembre de 2012.
¿Mi reacción? Fue una mezcla entre cara de
pócker, alivio máximo, miedo, preocupación por mi devenir numérico en mi cuenta
corriente y una pasada de pena (a nadie le gusta ser cesado de sus funciones, y
el que diga que no duele, aún cuando uno lo añora, miente).
Desde ahí que ando con calculadora en mano
sacando cuentas y para mi alivio los números aún me calzan, porque Juan segura
y yo, viviremos mil años, justamente por esto tenía 3 trabajos. En el
periodismo el que no es puto de la profesión por lo menos en alguna parte de su
vida es porque a) no lo necesita porque
mami y papi le solventan todo, b) es hijo (a) de un político o personaje Vip,
por lo que terminará sí o sí en un medio tradicional y de renombre.
En fin, el tema es que se viene un cambio. Quizás
no tan radical o tal vez sí, supongo que depende de mí cómo será. Yo
siento que lo que acaba de pasar es otro llamado de la vida. O sea, primero que
todo será el 31 de diciembre, es como… Ok, esto fue parte del 2012, ahora se
viene otra cosa el 2013. Y curiosamente es un cambio que quería… digamos que la
vida se encargó de darme un empujoncito.

De ser lo suficientemente libre y previsora para no estar toda cagada,
feliz porque esto me da el espacio para buscar una pega que me genere satisfacción
real y porque me entusiasma el hecho que mi vida no sea como la mayoría de los
chilenos. Una eterna rutina de quejas sobre el trabajo realizado y de inercia. Porque
es re fácil decir que uno no es feliz en algo, o en la vida, si lo difícil es
pararse y decidir a SER FELIZ. Creo que cuesta porque implica valentía y
hacerse cargo de uno mismo.
La cosa es que, así están las cosas. Para ser
honesta y lo digo con mucha humildad, esto es quizás lo mejor que pude haberme
pasado… porque me tinca que ahora, mis números van a aumentar jajajajja. No sé
por qué, pero así será.
No hay comentarios:
Publicar un comentario