sábado, 24 de diciembre de 2011

Fin de la relación, fin del sexo seguro


Como ya me he extendido largamente acerca de los efectos emocionales que implica el fin de una relación, ahora me voy a extender en cosas un poco más frívolas, pero no menos importantes…

Me refiero a la parte sexual, porque cuando uno está en pareja uno tiene sexo seguro, por lo bajo una vez a la semana, a veces mucho más, pero cuando se acaba esa relación, también uno se tiene que despedir por un tiempo de las noches encendidas con intimidad y cariño. Bueno, salvo que uno tenga altiro a un reemplazante jajajaj o que tengas la suerte de enamorarte como loca a la semana de la ruptura.

Pero cuando no pasa eso, te queda así… horny por un lado, pero sin ganas tampoco de tirarte a la primera cosa que pasa. Porque claro, sé que hay personas que viven la vida loca después de un término importante (yo alguna vez fui una de ellas), pero en esta oportunidad la pura idea de meter a alguien a mi cama o de terminar enredada en las sábanas de otro, como que no me motiva en lo absoluto. Y eso es más allá de la calentura o de las necesidades del cuerpo.

Entonces es como un callejón sin salida este tema. Es curioso lo que siento ahora, y siempre sentí todas las veces que terminamos. Es que me da cosa que otro hombre venga y me toque, porque sería como que con sus manos borrara el recuerdo de M, como que si yo diera ese paso, M se haría aire, invisible…. Sería borrarlo ¿se entiende? Es medio loco, lo sé, pero eso es lo que me desmotiva a la hora de siquiera pensar en meterme con otro ahora. Seguramente es cosa de darle tiempo al tiempo. Todo es muy reciente.

Pero lejos lo peor es recordar jajaajja, ahí viene la nostalgia sexual, y esa no sé si es igual o peor que la nostalgia sentimental. Pero es poderosa, en especial cuando justo el ex ha resultado una gran revelación erótica en la vida propia. No en vano muchas personas que fueron pareja reinciden jaaajaja, o sea, debe ser algo frecuente, pero que no implica que necesariamente algo sano…. Es como quedarse pegado un poco, pero bueno…. También puede ser porque hay asuntos pendientes y no resueltos… cada pareja es distinta.

No quiero me ni preguntar cuál alternativa es en la que yo estoy ajajaa ¡NO! Difícil saberlo a estas alturas con tanta cosa dándome vueltas por la cabeza, el cuerpo y el corazón.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

La tarea de dar vuelta la página



Siendo 19 de diciembre, pasadita las 7 de la tarde y mientras daba una vuelta estúpida y eterna para llegar al Metro Manquehue, como un rayo que caía sobre mi cabeza, lo supe.

Si bien con pena, pero con una tranquilidad tipo zen, y tras hacer un llamado telefónico, me encontré de frentón con la verdad, con esa que duele y que no he querido ver hace un tiempo. Yo, tan testaruda, yo tan ciega, yo tan
empecinada en aferrarme a él como si fuera una tabla en medio del mar.
Esto lo vengo sabiendo hace ratito ya, pero hoy fue la decisión final. Hay que dar vuelta la página y con todo, hay que dejar todas las puertas y ventanas cerradas y partir. Partir para donde, no sé, pero tengo que caminar hacia adelante.

Todo vino antecedido por una entrevista que le hice a una famosilla, emparejada con un actor – director súper conocido y talentoso. Lleva 7 años con él y hablaba con tanta dulzura de su partner, de sus proyectos y de lo compañeros que eran que sus palabras me subieron el ánimo.

Aún hay patria señores, pensé. Y visioné todas las cosas lindas de amor y del corazón que quiero para mí. No sé si decir que es porque me lo merezco, porque es tan soberbio andar vociferando sobre las bondades propias, pero por lo menos es lo que quiero. Y lo quiero con todo mi corazón.

M, mi dulce M, pero tan perdido, tan cabro chico, tan en otro momento. Quizás partimos igual, y fuimos coincidiendo, pero con el tiempo, el camino tomó una bifurcación. Y nos perdimos. La confusión y el miedo al compromiso es una cosa contagiosa. Es como un virus que se instala en el corazón y que yo ya no quiero más. El remedio lo tengo al lado desde siempre, sólo que necesitaba cerciorarme bien, antes de dar la media vuelta. Cuesta, pero es más fácil cuando buscas algo, una señal, cualquier cosa, y no la encuentras, ahí vienen las certezas.

M fue importante en mi vida, fue amigo, amante, fantasía. Fue confidente, partner, oídos y brazos. Fue pareja, fue tabla en medio del océano, fue refugio, pero también fue confusión, dolor, pena, frustración, fue decepción.

Fue apoyo, pero también fue distancia. Fue….. hoy ya sé que fue y ya no es. Hoy sé que no hay relaciones perfectas, y aunque mis palabras suenen duras, no estoy en lo más mínima arrepentida de haber estado con él todo este año. Al contrario, con él nacieron en mí tantas cosas lindas, se instalaron sueños, ambiciones personales, se instaló el deseo de estabilizarme en la parte emocional.
Comencé a querer con la guata tener al lado a un compañero que me hiciera reír, que me hiciera sentir querida y deseada. Comencé a querer todo esto no de la boca para afuera. Y quise que fuera él, pero a veces, no se puede tener todo lo que uno quiere, hay que aceptarlo, aprender a soltar y seguir adelante.

Me aferro al recuerdo de cuando terminó mi relación con J y sentía que nunca más iba a poder querer a nadie más como lo que quise a él… porque ese era mi miedo más tremendo, no que no me quisieran. Y llegó M, y volví a querer con una intensidad distinta que no conocía en verdad. Me abrí a posibilidades que no estaban en mi cronograma, me entregué de pies a cabeza aún sabiendo que existía esa pequeña posibilidad de que no resultara y terminara sufriendo.

Me equivoqué, sí, y hartas veces. Pero también acerté. A los 31 años ya no estoy para “ver qué pasa”, ni para armar relaciones sin rumbo. No estoy para estar al lado de alguien al que la palabra “pololeo” le parece una bola de nieve que te traga.
No estoy para cosas a medias ni difusas, ni raras. No estoy para querer con condiciones, amar en silencio o rodeada de “peros”. Yo estoy para amar como una loca y que me amen locamente. Como dice Joaquín Sabina, yo no quiero un amor civilizado. ¡ no lo quiero! Nunca lo he querido y por eso no me conformo.

Anoche, mientras me fumaba el último cigarro de la noche y miraba por mi ventana, con la garganta media apretada casi pude ver como una película a “tatín” y a “coquin”, nuestros personajes, nuestros apodos tiernos, símbolo de lo que fue nuestra relación.

Recordé y reviví con alegría todas las bromas, los besos, las veces en que nos encontramos. Nuestro último encuentro y la hazaña de instalar una carpa, las comiditas, las sesiones de películas, los besos tiernos, los lujuriosos, todo este tiempo juntos. Anoche me despedí de nosotros con un gran suspiro y con la esperanza anclada en medio del alma de un futuro lindo.

sábado, 17 de diciembre de 2011

El 2011 ya se va….



Y viene ese recuento inevitable y a veces hasta medio odioso de lo que ha sido mi 2011 hasta hoy. Si bien este ritual es un cliché, siento que igual sirve. Sirve en el sentido de recopilar las cosas que he aprendido y desechar aquello que me haya hecho daño para afrontar un 2012 un poquito más clara de mente, espíritu y corazón.

Vamos por parte.

El 2011 fue un año sumamente movido para mí, mucho más que el 2010. Gané y perdí creo que en la misma medida, porque he aprendido que, me guste o no me guste, la vida da, quita y da y así sucesivamente.
Gané un trabajo que me gustó mucho, donde la pasé tan bien, conocí gente realmente buena y me reí como nunca. No era el trabajo perfecto, porque aprendí que no hay pega perfecta, pero ahora sé por lo menos que existen por ahí cosas laborales que me pueden hacer feliz sin tener que volverme esclava.

Pasé eso sí meses posteriores difíciles de semi cesantía. Lo pasé mal. Lloré bastante. Pero de tener casi nada, casi de un día para otro, me encontré con tres trabajos distintos que hoy si bien me estresan a veces en cierta medida, me hacen bien feliz. Me gusta lo que hago y todo, por pequeño que parezca, lo hago con el mismo profesionalismo y cariño que si escribiera la nota más importante de mi vida. Gané experiencia en este terreno, me desilusioné de algunos mandamientos de este país (relacionados con lo importante que es ser rubia, flaca y tener un apellido anglosajón) pero también aprendí muchas lecciones. Gané sueños y ambiciones.

Entre medio perdí a algunas amistades, algunas más importantes que otras, por razones muy ajenas a enojos o peleas. Supongo que pasa por lo que siempre he pesando, y esto es que hay personas que están de paso en nuestras vidas, que nos vienen a enseñar y a apoyar en ciertos momentos de nuestras y vidas y listo… nada dura para siempre. Hay que aceptar esto y atesorar los lindos recuerdos. Hay que soltar… y quién sabe, quizás sea solo un stand by.

Sin embargo, gané amigos también, personas que quizás nunca pensé que estarían conmigo, lo estuvieron y en mis peores momentos. A ellos que me dieron la mano o que me devolvieron la mano…. Les debo toda la lealtad del mundo.
Me encontré este 2011 con gente también derechamente mala leche. Gente que pensé que sería más leal, pero que no lo fueron. Yo perdono, siempre perdono, pero ¡no olvido! Jajajaja, ya me volveré a encontrar con estas personas. Así es la vida.

Este año me uní un poquito más a mi hermana. Hablamos más aún desde la distancia. Nos vimos y todo estuve Ok. Quizás nunca podamos ser las hermanas más cercanas del mundo, pero es un paso. Un paso importante.

El 2011 fue un año de acercarme también más a Paris, hecho inesperado para mí. Hoy tengo un lazo mucho más fuerte con ella y me ha impactado su apoyo y fe en mí. Los milagros pasan y este es uno importante del 2011. Sin embargo, desenterré por las circunstancias rollos añejos pero nunca resueltos con Frank. Vamos a ver qué pasa el 2012 con eso.

Y en materias del corazón ¡uf! Jajaja fue un año de muchos altos y bajos. De muchos cambios, alegría inmensas, pero de llorar mucho también. Pero al final, la balanza se inclina más por lo bueno, por lo lindo que es el amor, aún con todas sus complejidades, por la bendición de sentir cosas tremendas por alguien.
Ha sido un año de mucha pasión, lujuria, fantasías. De encontrarme conmigo misma, de conocerme bien, de saber qué me gusta y no, de experimentar, vivir y por qué no decirlo, de gozar.

Las actividades amorosas se resumen así: gané un amigo con ventaja, luego lo perdí, gané un pololo y luego lo perdí, gané a un “veamos que pasa” y luego lo perdí y hoy…. Mmm ¿? No sé qué tengo, y espero saberlo el 2012 (para los mal pensados, no es que me crea Vale Roth, es con el mismo personaje en cada una de las facetas).

Igual….. reflexionando acerca de todo este embrollo, siento que estas “pérdidas” han sido ganancias a la larga. Ha sido todo un camino en cosas del corazón, aún hay cien mil cosas que no entiendo o aún no veo con claridad, pero tiempo al tiempo. No estoy apurada en resolver nada, esta vez quiero saber con claridad qué es lo que quiero, ir tanteando el terreno. Porque yo sé, tal como una vez leí en un sueño “en cosas del corazón, no hay nada escrito”. Y esta historia….. está lejos, pero lejos, de escribirse su último capítulo. Y no sé aún si asustarme o sentir un gran alivio jajajaa.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

De la amistad al amor, del amor a la amistad


Del amor a la amistad hay sólo un paso. Siento que lo que diferencia una cosa de la otra es el deseo. Es decir, mientras a uno le atraiga la otra persona y sientas ganas de abalanzarte sobre él o ella, no hay amistad, pero una vez que eso se esfuma, creo que es posible comenzar una amistad.

Según yo, se puede ser amigo del ex, o sea, lo he comprobado en terreno. No es algo que pasa de un día para otro, sino que es más bien paulatino y depende mucho de cuán asumido los dos tengan que la relación de pareja se terminó y también depende de cómo terminó. Dudo que podría ser amiga de una ex pareja que me cagó o que fue malo conmigo. No, estoy hablando de relaciones bonitas, importantes que no resultaron por otras cosas.

Depende mucho también en que esto de la “amistad” no sea tan sólo un disfraz para mantener la ilusión encendida de que tal vez se pueda volver a retomar la relación o que va a ser al final como un cuento de hadas y todos felices comiendo perdices. Si es así, es muy posible que uno de los dos o los dos, salgan dañados. Eso, lo tengo bien claro.

Igual siempre queda un poquito de rabia porque no resultaron las cosas. Uno tiende primero a echarle la mayor culpa al otro y no ver en qué uno aportó también para que las cosas no resultaran, es la etapa del “es que tú no hiciste esto, es que tú no me dijiste esto otro, es que tú, es que tú y es que tú”.

Pasado eso, uno termina por perdonar al otro, y también perdonarse a uno mismo…. Viene como una especie de evaluación donde uno sigue despotricando, hasta que un día uno despierta, sintiendo tan solo un tremendo cariño por la otra persona. El sexo, por increíble que haya sido, tan solo queda en el recuerdo y en la fantasía que uno de pronto podría incurrir en caso de necesidad, ustedes me entienden.

La amistad post relación es un proceso que no se apura, porque si se apura, queda la cagá. Lo sé muy bien, porque, uno está resentido, da lo mismo si fuiste la persona que terminó o la persona a la que terminaron.

Y en eso estoy, asumiendo que terminamos, y viviendo la primera parte, por apestosa que sea, que incluye, resentimiento, victimización, rabia y pena. Me gustaría que volviésemos a ser amigos, o más que el título, me gustaría que fuese posible mantenerlo en mi vida para hablar o comentar cosas, para seguir compartiendo la vida desde otra faceta, la faceta inicial.

Es que soy de la idea que la parte más dramática de un término o una ruptura es la sensación de que la otra persona se desvanece, se hace nada, al igual que todo lo vivido, compartido y dicho. Es como si todo eso no hubiese existido más que en la imaginación. Y a mí no me gusta escribir algo y luego borrarlo con el codo, salvo, y vuelvo a repetir, cuando siento que me traicionaron o mintieron, ahí soy terrible, capaz de negar sentimientos y extirpar de cuajo el recuerdo de una persona.

Para mí, el cariño trasciende mezquindades que a veces surgen en cosas de a dos, trasciende palabras equivocadas o decisiones apresuradas producto del miedo o de la estupidez. Lo trasciende todo… bueno eso creo por lo menos.

El tiempo y la distancia son dos condimentos esenciales en el proceso de lograr una amistad con un ex. Porque tampoco se trata de terminar un día y al siguiente ir a tomar oncecita. Quizás este tránsito sucede más rápido cuando entre medio aparece otra persona, pero cuando no, cuando no hay nadie ni a un kilómetro a la redonda, como es en mi caso actual, sólo queda tener paciencia. Respirar muy hondo, ir soltando de a poco e ir pensando también en los propios sentimientos, en las cosas que pasaron con ese ex y en las cosas que no pasaron, nunca está demás sacar grandes lecciones; lecciones que podrían ser de gran utilidad en un futuro, quizás no tan lejano.

Como dije, del amor a la amistad hay un paso, pero también sé que de la amistad de vuelta al amor también la brecha es corta. Estoy, con los ojos muy abiertos, esta vez.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Cuando una relación termina


Duele hasta el pelo, especialmente cuando no hay dramones, mentiras ni engaños de por medio. Cuando pasan las últimas tres cosas mencionadas o tan sólo una de ellas, es más fácil dar la media vuelta y aferrarse al orgullo herido, al amor propio, a la dignidad por último, pero cuando no, ya sólo se trata de aferrarse a la idea que fue para mejor y que simplemente no estuvo destinado a ser. Sólo queda conformarse, resignarse, respirar hondo, llorar lo que haya que llorar y caminar hacia adelante.

En este último abrazo, sentí que me despedí de varias cosas, de varios sueños que tenía con él, de varias ideas, sensaciones y mientras lo hacía, escuché el sonido de un “crak” de mi corazón.

Quizás no compartimos todo lo que me hubiese gustado compartir, pero sí construimos momentos muy lindos que atesoraré por siempre. Quizás no fuimos todo lo que me hubiese querido que fuéramos, pero lo que hubo fue importante y aleccionador. Las lecciones son múltiples y eso que sé que aún me deben quedar miles por reconocer.

Es curioso, pero después de mucho tiempo pensar y sentir que mis ganas de estar en pareja era producto de mi miedo a estar sola o señales de debilidad e inseguridad, hoy se instala una nueva sensación, y es que es todo lo contrario, es signo de valentía y generosidad.
Porque al parecer es mucho más fácil andar por la vida aferrado al miedo al compromiso y a que te hieran, es mucho más fácil armar relaciones más superficiales que no impliquen intimidad y compromiso de verdad. Es más fácil no arriesgar y no dar la pelea. Es más fácil entregar a medias, y colgarse de las dudas. Es más fácil dejar ir.

Yo, por el contrario, si bien tengo miles de defectos como pareja, doy la pelea, siempre. Incluso, cuando el mundo entero me dice que mejor me retire. Yo peleo por las cosas que quiero y me la juego por la persona que amo, no me rindo fácilmente, no sin antes sentir en el fondo de mi alma, que ya no queda nada más por hacer.

Y hoy, como una estaca clavada en el fondo de mi corazón, siento que no hay más. Que el último adiós fue el definitivo y fue justo antes de que todo se fuera realmente a la mierda, cuando todo doliera más y yo terminara con un hoyo del porte de un continente en medio del alma.

Cuánto hubiese querido que todo fuera diferente. Cuántas ganas le puse, cuánto corazón y bueno, él también, sólo que él siempre tuvo dudas. Dudas al principio, dudas al medio y dudas al final. Nunca se la jugó por entero, nunca peleó de vuelta, nunca se dio cuenta de nada. Nunca me retuvo, nunca me argumentó de vuelta nada.

En nuestra última conversación histórica, me dijo que sólo sabía que me tenía un “enorme cariño”, pero ya no estaba seguro si me quería o no….. y ese fue el último “crak” de mi corazón que sonó más bien como un “paf”, “chan” “boom”. Y ahí yo supe qué era lo que tenía que hacer, con el dolor de mi alma y con los recuerdos aún dando vueltas por mi cabeza, por mi pieza, por mi casa, por mi cuerpo, por mi alma.

Fue de esos momentos cinematográficos en la vida donde todo de pronto se ve claramente, donde ya no hay más dudas y donde la verdad, por dolorosa que sea, te cae encima como un camión de ripio.
Y cuando eso me pasa, no me queda otra alternativa que respirar hondo y aceptar la verdad y resignarme…. Resignarme tal como me dijo anoche un amigo que “esto, ya no fue”.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Conviviendo en pareja


Hace unos días me topé con una entrevista súper interesante de la escritora Marcela Serrano, en la que contaba que con su actual marido vivía en el mismo edificio, pero en departamentos distintos (él arriba y ella abajo).

Según contaba en la entrevista, ella sentía que si una no podía ser dueña de un espacio tan íntimo como era el dormitorio, qué es lo que uno podía tener… También contaba que su esposo era maniático en la cocina, por lo que el haber tenido que compartir este espacio con él, habría sido motivo de puras peleas, porque ella con suerte freía un huevo.

Tamañas conclusiones y singular forma de llevar la vida en pareja, no le nació de un día para otro. Se tuvo que casar 3 veces para cachar para dónde iba la mano.
Yo he convivido con dos hombres muy distintos y en etapas muy diferentes también. Mi ex marido con quien viví durante dos años a los 24 años y venía saliendo de la casa de mis papás y J con quien viví después de mi separación. Estuvimos tres años juntos, vivimos un año completo juntos, luego otro año separados y nuestro último juntos de nuevo.

Tras estas dos experiencias, con el tiempo he ido masticando esta idea de mantener espacios vitales a pesar de estar casada o de convivir con la pareja. Para quienes nunca han experimentado esto, sé que suena poco romántico, egoísta y hasta ridículo, pero la verdad es que yo lo encuentro bastante práctico y hasta más sano.

No creo que sea necesario llegar al extremo de Marcelo Serrano de vivir en casas separadas (además que hay que tener plata para eso), con tal de que cada uno tenga su pieza o algún lugar propio dentro de la misma casa, basta. ¡Creo!
Cuando se convive, se conocen todas las mañas, y hay cosas que molestan del otro, incluso que son insoportables. Y no estoy hablando de esta caricatura que el hombre deja la pasta de dientes abierta o la tapa del baño arriba, estoy hablando de cosas de caracteres.

El despertar junto a una persona es lindo, sí. Romántico, íntimo, bello, sí, sí y sí. Pero cuando pasan 20 años ¿es igual de lindo, romántico? Emmm ¡no! La cruda realidad es que el ver al otro despertarse durante décadas con cara de poto, el maquillaje corrido, el aliento poco fresco o con diversos olores, no tiene nada, pero nada de bello. Aburre, agota, y hasta desgasta la pasión y el amor.

Por lo mismo que le he dado vueltas a este tema que no deja de ser polémico, porque lo políticamente correcto es añorar tener esa cama King para compartirla con el ser amado POR SIEMPRE.

Pienso que si algún día vuelvo a querer vivir con alguien (luego de meditarlo muy, pero muy bien), me gustaría aplicar esta nueva forma de convivencia 2.0. Supongo que es una forma también de ponerle freno a esto que nos dicta la sociedad, que cuando estamos en pareja, dejamos de ser individuos y estamos siempre en función del otro.