domingo, 30 de junio de 2013

Paso a paso

Han sido días duros en muchos sentidos.  Han sido días de muchas dudas, conjeturas, teorías, sensaciones, sentimientos, resentimientos, tristeza, enojo… mucho de todo. Y no voy a andar pensando que esta montaña rusa de emociones ha llegado a su fin, creo que recién partió, pero, estoy lista para afrontar todo este proceso con mi máxima valentía y convencimiento posible.

Revisándolo todo y con la mente un poco más despejada, puedo ver cómo la vida se fue engranando de tal manera para prepararme de la mejor forma para afrontar lo difícil y que se resume en dos patitas: el fin de mi relación con mi lindo N y la enfermedad de mi mamá. Dos situaciones personales fuertes, que me remecen, que me han botado al piso, pero que  siento que tienen un sentido. Nada pasa porque sí, y hasta donde yo sé, las cosas pasan por un motivo: para aprender.

Y si bien recién parto este camino ya hay lecciones que empiezo a digerir con mucha emoción. La primera tiene que ver con los lazos de amistad. Durante mucho tiempo (quizás demasiado) yo he estado reticente a la gente en general. Por malas experiencias, por una parte mía media ermitaña, por miedo, por egoísmo, por muchas cosas negativas que no había podido resolver.

Sin embargo con el tiempo, y en especial en la antesala de todo esto tan difícil, yo de a poco fui soltando eso. Fui dando, entregando, estrechando relaciones, y hoy veo cómo aquello se traduce en un apoyo generalizado de quienes me quieren. Apoyo irrestricto, mensajes, llamados, palabras de apoyo y de alivio. Sin eso, sería todo mucho más duro.

Los amigos son parte importante de la vida y son quienes están siempre con uno, en las buenas y en las malas. Y de eso jamás me olvidaré. Y aún cuando yo ahora está a veces triste, hay pendientes que tengo por hacer por personas que se han portado maravillosamente conmigo.

La segunda lección es el amor por la familia, por mi mamá, por mi papá, por mi hermana. Hasta hoy había sido más bien reacia a muestras de cariño en extremo, a decir “te quiero”, a llamar mucho, a demasiada cercanía, como que hasta me molestaba. Pero hoy, con todo remecido, me doy cuenta del error cometido y que Dios me ha dado la oportunidad para enmendarlo, para cambiar. A través de una enfermedad asquerosa, cierto, de manera dura, pero.. a veces así es la única forma en que uno aprende, a palos.

Yo amo a mi familia. Amo a mi hermana, aún cuando nuestra relación se fracturó hace años, a mi sobrina, a mi papá, aún cuando he sido tan crítica y hasta media descariñada con él y a mi madre…. Gran, gran mujer… de la que por un tiempo quise marcar diferencia y ahora pienso que me gustaría tener la mitad de su vitalidad y fuerzas.

Y la tercera lección y seguramente no la última ni la menos importante. El amor. Y N, mi lindo N quien fue mi pareja por casi 1 año y medio. Quien me acompañó en una etapa importante de mi existencia donde aprendí tantas cosas y donde aprendí a pararme de manera distinta en la vida. Y quien hoy no está conmigo en este proceso difícil con mi madre. Algo que en algún punto  me decepcionó, me llenó de pena y rabia, sin embargo, ayer, F me dijo algo que me hizo tilín en la cabeza: "quizás tenías que vivir esto sola". Y fue como crash bum bang! porque me hizo mucho sentido. Hay muchos "quizáses" en esto... quizás qué habría pasado si hubiésemos estado juntos, qué habría pasado si esto hubiese sido hace 1 mes atrás, qué pasa si esto pasó porque es un camino mío y no de él y la vida de alguna forma me lo "saca" del camino justamente por ello.... y quizás es porque esto es el inicio de otro proceso donde él no podía estar.... No lo tengo claro, aún. 

Como sea, hoy, con mucha humildad, nos recuerdo así: enamorados, amándonos, riéndonos, paseando, comiendo, conociendo, conociéndonos, tomando, viajando, comprando, conversando, tirando, siendo felices en una relación linda y sana. Llena de sueños, de proyecciones, llena de panoramas, llena de gente, de familia, de amigos, de gente buena. Yo lo recuerdo a él como el gran hombre que fue conmigo y yo me recuerdo como la mujer más resuelta en que la me fui convirtiendo. Sin él, nada de eso hubiese pasado. Y pienso que aún sabiendo que esto tendría un final, yo no me habría perdido ni muerta este año y medio, porque como he dicho antes, ya cualquiera se hubiese querido tener si quiera un mes de lo que nosotros construimos.

Yo fui muy, muy feliz con él. Y tal como me dijo una voz en off en un sueño hace unos días no me olvidaré de Baires. Ni de nosotros tomados de la mano y no en un afán románticón con elástico, sino que en un afán por transformar todo ese amor en algo poderoso y positivo para mi vida. El amor por los demás, el amor por mí misma, el amor por hacer el bien y por esa cosa misteriosa llamada vida.


Ah!!! Y una última lección… estoy trabajando en ello… ser más humilde y menos soberbia y agradecer más jejejeje, una pega de por vida seguramente. 

jueves, 27 de junio de 2013

Un final, un nuevo comienzo

Esta debe ser una de las entradas más amargas que he escrito en el último tiempo. Una entrada que yo hubiese preferido nunca escribir. Pero acá estoy, haciendo eso.

A veces la vida tiene un modo extraño de encausar las cosas, los corazones, las situaciones. En fin, me encantaría poder escribir una entrada llena de sabiduría, cosa que alguien leyera y dijera “oh, sí realmente es así o eso pasa”, pero mi cuota de sabiduría la tengo hoy en menos 0. Y para serles bien sincera, como que no me da el cuero para andar de sabia ahora.

Mi relación con N llegó a su final. Es algo reciente, por lo que escribirlo me parece de otro universo. Como raro, como de un mal sueño. De hecho, esta es la primera vez que lo escribo. Pero me guste o no me guste, así es no más.

Podría venir y comenzar a plantear hipótesis, teorías, pensamientos, ideas, sueños, sensaciones y un montón de bla bla bla bla para intentar sentirme mejor, pero ¿saben qué? Nada hace sentirme mejor. Ni Osho y sus súper palabras, ni Paulo Cohelo, ni Ghandi. Nadie.

Y que nadie por favor me diga que todo pasa por algo, que nada dura para siempre o que esto pasó porque se viene algo mejor. Palabras gueonas que nos decimos para sentirnos mejor ante una tragedia, en mi caso, una tragedia de tipo amorosa.
Seguramente el tiempo sanará todo. Seguramente con el tiempo  dejaré de amarlo y seguramente llegaré a profundas y concluyentes teorías, pero aún así, el dolor de ahora no se alivia. Porque ese “mañana” se me hace tan lejano. Y yo como soy impaciente, yo ya quisiera estar saltando en una pata y feliz.

En un pasado remoto, seguramente habría tomado diversas vías de alivio rápido. Pero hoy ninguno de esos caminos express tienen para mí sentido alguno, como que sé que a la larga me harían más daño. Así que no me queda otra que respirar hondo y sufrir en pleno lo que tengo que sufrir y de a poco salir.

Yo sé que todo final es un nuevo comienzo, pero me pregunto ¿por qué? Y ¿para qué? Pasó esto. Ahora, si vamos a las estadísticas, todas las cosas malas (la gran mayoría) han traído a mi vida a la larga, cosas muy, muy buenas.

Yo he estado mucho más cagada. Cosa de recordar mi episodio final con M donde no sólo estaba triste porque este gallo no me quería y era incapaz de tener una relación conmigo, sino que además porque me quedé cesante y porque me sentía más sola que un dedo.

Recuerdo que habían días en que no me quería levantar y que sólo Marley que exige su paseo diario, me hacía sacarme el piyama. Me acuerdo que lloraba en la mañana, en la tarde, en la noche, despierta y durmiendo.

Tuve recaídas tontas, pensé que quizás aún había vuelta atrás…. Pero un día, como si nada, desperté y dije NO MÁS. Súper loco, pero ese NO MÁS, fue no más de verdad. Y cambié. Me enfoqué en trabajar y ganar plata. En ser mejor profesional. Me enfoqué en no quedarme mirando el techo. Y ese 31 de diciembre de 2011, a las 12 de la noche, pedí con fuego una relación de pareja bonita, a un hombre que me quisiera. Y… se demoró llegar como 1 mes jajajaajajajaja.

Lamentablemente queda demasiado para el 31 de diciembre de 2013, pero si tuviera que decretar algo hoy no sólo una relación bonita, un hombre que me quiera, una pareja, sino que una relación fuerte que no se derrumbe por una brisa. Ahora, que lo pienso, en el año nuevo de 2013 pedí pura plata jajajaajaja, quizás la cagué.

Bueno, así están las cosas por el momento.


domingo, 16 de junio de 2013

La mutación del amor

¿Han cachado que todo cambia en la vida y que nada es para siempre, por más que quisiéramos que algunas cosas lo fueran?  ¿por más que nos aferramos a ellas con dientes y uñas? Como que he aprendido que es peor eso, como que mientras más te aferras, más rápido huye de nosotros aquello que queremos mantener junto a nosotros. Y hablo de todo, incluso del amor.

Corría año 2007 si mal no recuerdo. Tenía 27 años y la mentalidad de una pendeja de 20 (insisto que vivo desfasada). Pero en este tiempo era materia de preocupación. Bueno, hoy lo veo así, porque en ese tiempo para mí nada era demasiado importante, ni la pega, ni la plata ni mi matrimonio.

Quizás por lo mismo no tuve empachos en  despertar un día  y decidir dar el salto y separarme de ese hombre querendón, pero medio aburrido que tenía al lado. Ese hombre que dormía a mi lado mientras yo soñaba con grandes aventuras, sola, obvio, sin él.

Fue doloroso. Pero haciendo un rewind mental en verdad no lo fue por la pérdida amorosa, sino que por todo el cambio y remezón que eso implicó en mi vida. El decirle a mis papás, el sacar sus cosas de mi casa (regalé un montón de ropa que deje a vagabundos de la calle). El reinventarme en todo sentido. El sentirme sola como dedo, ver cómo un amigo que se decía mi amigo tomó partido y me dejó sola… y darme cuenta quién era quién en esta situación. Eso fue lo doloroso.

En medio de toda esta tormenta, llegó J a mi vida. Y me enamoré de él como loca. De esos amores en que uno es capaz de salir de la cama a las 3 am y  vestirse  con tal de ver al otro aunque sean 10 minutos. Fue un amor loco e intenso. Y sé que fue de verdad. Hice muchas locuras por él, y él hizo mucho por mí. Pero, no resultó, amorosamente hablando. Son muchas las razones, algunas me las reservo, pero en general, fue porque primero, no era el mejor momento para mí para emparejarme, porque aún era pendeja de mente, porque los dos teníamos caracteres explosivos y porque bueno… cometimos muchos errores.

Nos amamos, nos odiamos, nos amamos, nos volvimos a odiar. Así estuvimos 3 años. Vivimos juntos, vivimos separados, pero no había caso. Y recuerdo haberme aferrado a la esperanza que sí podía resultar… siempre tan cabeza dura, aún cuando mi intuición decía que ya habíamos traspasado la barrera del amor romántico y  habíamos llegado a lo que la gente llama amistad.

El término finalísimo no fue tan brígido porque yo tomé la decisión ya agotada. Pero lo de nosotros no fue un término, sino que el inicio de una hermosa amistad y hermandad. Porque lo digo con todas sus letras, J para mí es más que un amigo es como mi segunda familia. Yo sé que siempre podré contar con él y bueno, es mutuo.

Supongo que sobrevivió una de las mejores cosas que teníamos: la lealtad a prueba de fuego. El otro día incluso él me decía que yo era la hermana que nunca tuvo… y siento igual. Sé que muchas personas suben la ceja cuando se enteran que mi mejor amigo es mi ex. Sé que muchos ponen en duda acerca de que esto de veras es una amistad. Sé que muchos piensan que esto es  algún residuo del amor romántico que nos unió o peor, que estoy acá puro engrupiendo y en verdad mantenemos un romance oculto.

Pero la verdad es que no hay nada más  que cariño y amor de amigos. Eso, mezcla de esta cosa protectora tipo hermana – hermano o hasta mamá hijo…. Y ustedes comprenderán que estos roles matan cualquier sentimiento en una relación amorosa, pero en una amistad, son funcionales.

Ahora, tengo la bendición de contar con una pareja que entiende todo esto, porque bueno, me conoció así también. O sea, tengo muy claro que no cualquiera toleraría que el ex anduviera dando vueltas por ahí. 

El amor muta, las relaciones mutan…. Todo va cambiando. Y uno debería ir aprendiendo a soltar y aceptar que así no más son las cosas. Y también tengo la historia para el otro lado…. Mi historia con N, mi amigo de años, con el que jamás pensé que tendría algo ni remotamente romántico. Y aquí me tienen, enamorada de este hombre.

Negarse a los cambios es lejos lo peor y al final como dice mi lindo N, todo pasa por algo y siempre es para mejor…. Qué ejemplo más esclarecedor que esto que acabo de contar. ¿No creen? 

sábado, 8 de junio de 2013

Esta soy yo

Hace un poco más de una semana cumplí 33 años. Sí, sí, la edad de Cristo y todo eso. Esta edad me pilló y me pilla en un momento de cambios, de metas logradas y de muchos sueños aún por realizar. Sueños, que poco a poco se van haciendo más concretos y más claros. Porque ¿han cachado que a veces uno sabe que quiere cambios o cosas pero no sabes lo que quieres?

Bueno, yo ya tengo más o menos claro qué es lo que quiero y qué es lo que no. Por lo menos en el hoy, ya que me guste o no, entendí que nada es estático, que una va cambiando, que una no es la misma ni siquiera de un año a otro. Supongo que esa es la gracia de la vida y de estar viva, pero también es la parte compleja.

Debo confesar que soy muy feliz. Feliz con lo que tengo y con lo que no. Feliz con lo que hago, feliz con quien hoy me reconozco ser. Ya no soy este personaje híbrido que no sabe para dónde va la micro, hoy me reconozco una mujer fuerte, buena y con determinación. Reconozco que merezco ser feliz y lucho y peleo todos los días por serlo.

Sí, a veces me siento media marciana en un mundo donde las mujeres a mi alrededor son todas mamás y tienen “deberes” hogareños, no me refiero a cosas domésticas, porque yo también hago aseo, lavo y ordeno, sino a cosas más bien maternales y de esposas.

Esa cosa media de “geisha” que lamentablemente todas llevamos dentro porque así nos adiestran desde chiquititas. No digo que yo no sea así, porque en verdad la sociedad te empuja un poco a ser así, pero digamos que por lo menos lucho contra eso dentro de lo posible y se me erizan los pelos el ver que aún hay hombres que son capaces de lanzar la siguiente frase “¿y te queda mucho?”, cuando la mujer sale un rato a airearse. O SEA… uf!  Respeto a quienes no les parece tan atroz esto, pero yo, a estas alturas de la vida, no podría lidiar con algo así. Pero eso es harina de otro costal.

El otro día me di cuenta que yo realmente hago lo que quiero, tengo esa libertad vertiginosa que supongo que siempre quise, y a la que curiosamente temí por un tiempo. Soy libre de llegar a la hora que se me plazca a la casa, libre de salir con quién se me dé la gana, libre de decir, hacer o deshacer mi vida a mi antojo. Y, me gusta.

Tengo una relación de pareja muy linda y la que es totalmente compatible con todo lo que acabo de exponer. Estoy al lado de un hombre que también defiende sus espacios y que también es medio marciano en medio de un mundo de  hombres machistas. No sólo no es celoso, sino que tampoco es atadoso, le gusta que yo salga y sea feliz...  confía. Respeta mis espacios y hasta mis propios ahogos. Es un hombre excepcional. Entiende lo que pareciera tan difícil de entender. Y no es que sea un mártir, porque acá no hay ningún santo, ambos hacemos esfuerzos por comprender al otro, ambos somos personas con paciencia. 

No en vano ya  llevamos un año y unos meses más. Ha sido toda una travesía, donde obviamente han habido obstáculos y complejidades propias de la vida de a dos. Estar en pareja no es fácil,  esto todo un trabajo. Pero cuando hay amor, voluntad, ganas y remas para el mismo lado, incluso las tormentas más temibles, son enfrentables.

A veces pienso que nos queda a los dos tanto por  aprender, que e      sto es sólo el comienzo. Pero también siento que juntos hemos ido construyendo un camino a punta de conversaciones, a punta de mostrarse cómo uno realmente es, con sus miserias, angustias, complejos e inseguridades.

Curiosamente hoy me siento menos mal por mis complejos y mis rollos, porque ya no me siento sola en eso, mi contraparte también a veces sucumbe a sus propios miedos. Y verlo y darme cuenta de eso, me hace entender que estar en pareja también implica, estar asustados juntos. Y eso es un alivio al corazón.