sábado, 20 de abril de 2013

Algunas teorías femeninas del amor


No sé por qué, pero en el último tiempo me ha tocado escuchar algunas teorías sobre el amor y estar en pareja de parte de mi género.

Creo que acá en este ámbito resbaloso, no hay verdades absolutas, sino que sólo verdades personales. Lo que para mí resulta certero y funcional, quizás para la de al lado lo mismo es una locura inaceptable.
Acá van algunas de las que he escuchado.

*Hay que dar y luego quitar: Hay mujeres que ven el amor como un juego estratégico (en parte, creo que algo de cierto hay en eso), pero que no se malentienda, no es que anden por la vida jugando con los sentimientos del otro, sino que se  trata de una forma particular de mantener vivo el amor y la pasión. Es como el tira y afloja. Dar, dar, dar y luego, quitar, cosa que el otro nunca se aburra.

*Ser indiferente: Es parte del primer punto. Algunas piensan que las mujeres que entregan todo o mejor dicho, las que entregan todo y son demasiado evidentes, hacen que el hombre se siente demasiado seguro y pierda interés. Esto viene de la mano con la teoría que los hombres necesitan desafíos, una mujer que los ponga a prueba, sentir que no tienen seguro nada. Creo que hay una verdad grande en esto, pero tengo la sensación que eso pasa con nosotras las mujeres. Un hombre demasiado bueno, demasiado entregado, demasiado disponible, al final aburre. A mí en particular me pasa eso, no es que me guste que me traten mal, ni nada, pero sí me gusta un hombre que no me diga que bueno a todo, que tenga opinión y que pueda debatirme.

*Él debe amar más: Esta teoría se le ha escuchado a mujeres de mi edad, a mi madre y a mi hermana. Así que a veces llego a pensar que también hay algún tipo de sabiduría en ella. Esta teoría indica que para que una sea feliz, esté tranquila y bien, es el hombre el que te debe amar más y estar más enamorada de una que uno de él. No sé… suena medio raro. Pero algunas van más allá y aseguran que siempre en una relación hay alguien que ama más. Está difícil, porque no sé qué tan bueno sea estar en una relación donde sea el otro que está loco de amor. Una se tiende a aburrir encuentro yo. Y tampoco creo que es bueno que sea una la que anda todo el día dando vueltas alrededor del otro. Supongo que al final, como todo en la vida, todo está en el equilibrio. Yo hoy siento que estoy en una relación que es democrática y donde los dos la llevamos. Siento que los dos damos y que los dos nos amamos de igual modo. Yo no siento que yo ame más o viceversa. Y… nos funciona.

*Buen sexo: Hay mujeres, en cambio, que opinan que para tener una buena relación de pareja y que el hombre haga lo que una quiera y no sea gorrero, la única solución es, ser un tigresa en la cama, ya que no habría nada más dominable que un hombre feliz en el sexo. ¿Qué pienso? Que también hay verdad en esto. Aunque nadie vive del puro sexo, sino hay otras cosas involucradas, hasta el buen sexo se agota y termina aburriendo.  Pero también pienso que es recíproco. En lo personal, cuando estoy feliz en ese departamento, es porque todo fluye y el sexo es parte de eso. Igual ayuda bastante y a mí por lo menos, me mantiene absolutamente alejada de situaciones donde podría dudar. 

No todo es color de rosa


En mi deber de escribir sobre amor y sexo, me veo en la necesidad moral y ética en anunciarle a los que aún andan con pajaritos en la cabeza que cuando se ama y se es amado no todo es color pink.
Aún en las relaciones que son bellas y sólidas siempre hay paredes que derribar, fantasmas que espantar, y caminos que moldear. Y como ya he repetido mil veces en este blog, el amor no lo es todo. 

Es una tremenda motivación, inspiración, una tremenda razón para avanzar, pero acá para conseguir traspasar barreras, impera más la razón, más la estrategia que el corazón. Lo siento si con esto desilusiono a alguien, pero es lo que pienso.

Para solucionar problemas de a dos, se requiere justamente esto, dos personas. No hay problema de pareja que sólo uno pueda enmendar en solitario y mucho menos en silencio. Hay que hablar, hay que discutir, hay que pelear (sin gritos, pero sí con respeto y argumentación), hay que disentir.

Porque las parejas que no lo hacen…. No existen. Y si existen, igual no son reales.
Siempre habrá cosas del otro que molestan, siempre habrá cosas de una que molestan al otro. Siempre habrá que ceder, y siempre habrá situaciones en que el otro tendrá que ceder por una. Es la ecuación de una relación madura y sana.

En lo personal creo en el trabajo en equipo en la pareja. Algo difícil de conseguir, pero que creo que se logra conversando, siendo sincero frente a lo que sea, aunque cueste, aunque incluso lo que uno tenga que decirle al otro pueda causar alguna herida o decepción. Porque el simple hecho de tener la valentía de hacerlo, dice una sola cosa: el deseo de enmendar, el deseo hacer que las cosas funcionen.

Bueno, por todo lo anterior, es así como hoy enfrento o intento enfrentar mi relación con N con quien he podido de a poquito ir construyendo una bella relación, que no es perfecta (gracias a Dios), pero que justamente en en sus imperfecciones encuentro grandes verdades y lecciones que me hacen crecer y agrandan mi corazón. 



domingo, 7 de abril de 2013

Peleas de pareja


A lo largo de mis orgullosos y joviales 32 años he tenido distintos tipos de relación de pareja con por supuesto distinto tipos de personajes. Yo creo que cuando una es más chica (estoy hablando de los 15 hasta los 27, ó 28) una tiende a ser más drama queen. Todo es bien intenso. Si una está enamorada, uno siente que anda en una nube, si una está enojada, no hay mañana, si el pololo dijo o hizo algo equivocado, esa relación se acabó y punto.

Concluyo esto porque mis relaciones justamente a esas edades eran así. Y para mí era lo normal y lo esperable, sino yo creo que me habría aburrido. Así como uno amaba, de un momento a otro, uno podía terminar odiando con las mismas ganas.

Pero llega un punto en la vida en que tanta intensidad agota, o más bien, ya deja de ser atractiva, imponiéndose otro anhelo cuando se está en una relación: tranquilidad y  paz.

Mi relación con N, la calificaría como tranquila, que no es sinónimo de aburrida, sino que todo lo contrario. Pienso que se debe a muchos factores, a mi edad, su personalidad enfrentada a la mía, años de amistad, la sintonía, al amor, pero principalmente a la madurez y a las ganas que las cosas resulten.

Discutimos bien poco y cuando lo hacemos, nunca nos gritamos ni nada parecido, eso es algo completamente fuera de las reglas de lo que hemos construido. Ni nos insultamos ni nos herimos. Suena obvio, pero la verdad es que no es tan obvio cuando se trata de a dos.

Por más que no me agrade discutir y por más triste que me ponga o que él se ponga cuando aparece algún mal entendido o alguna barrera entre los dos, sé que es parte del pack, del famoso triple pack del que vengo hablando hace un tiempo que es tener una relación de pareja sana.

De hecho, desconfío de quienes cuentan que nunca discuten con su pareja. Porque ello se debe a una sola razón, no hablan y uno de los dos o ambos, se bancan todo. Pero eso al final estalla, y lo que peor, estalla cuando ya no hay nada de qué hablar.

También desconfío de quienes pelean todo el tiempo, convirtiendo así la relación de pareja en un campo de batalla, donde alguien tiene que ganar, imponerse el otro. Ejemplo: "A mí no me gusta que salgas sin mí, así que te haré escándalos hasta que te aburras y no lo hagas más para evitar peleas". Ese es el peor camino.

Siempre habrán cosas que del otro a una le molesten y siempre habrá cosas que de una al otro le molesten. Hay cosas que se pueden limar en una conversación, y otras que no (me refiero a cosas no tóxicas) para ellas, deben primar dos cosas: entendimiento y paciencia. Y si no se puede, bueno… hay que ser sincera con el otro y con una misma.

Recuerdo que en relacionas pasadas cada vez que había alguna pelea o descuerdo con alguna pareja, de inmediato se hacía presente la amenaza de terminar, la idea de que la cosa no daba para más, dando inicio a esto de la relación con elástica que siempre cansa.

Pero hoy, las cosas han cambiado. Y aún cuando de repente tenemos algún desacuerdo o punto de vista distinto sobre alguna cosa, lo último que se me ocurriría sería terminar o tirar todo por la borda. Como que no tiene sentido… no sé cómo explicarlo bien. Supongo que es porque siento que todo se puede conversar cuando hay ganas y amor.