lunes, 18 de febrero de 2013

Turn offs


Hace un tiempo escribí sobre mis turn ons, y hoy le quiero dar una espacio a todo aquello que me baja las pasiones, aquello que para mí, no sé si para ti, mata todo romance o posibilidad de que yo termine besando y desnuda con ese hombre. Acá va mi listado.

*Mamón: Me cargan los hombres con mamitis, aunque debo partir argumentando que por lo menos en Chile, todos los hombres tienen un grado de mamitis y los que no, tiene otros problemas tremendos relacionados a la falta materna. Es bien extremo el hombre nacional, o adora a su madre, o la aborrece. Bueno, cuando hablo de mamitis me refiero al extremo, de esos que no pueden decidir por sí solos NADA, que cuando tienen cualquier problema recurren siempre donde mamita y más importante aún, los que te dejan demasiado en claro que ella va primero y tu segunda.

*Flojo: Un gallo flojo, no me motiva ni para amante. Si hay algo detonante de rechazo para mí es un tipo que no le gusta trabajar, que capea la pega, que no le importa ser mediocre, que es cómodo. Puaj! A mí me gustan los hombres trabajadores, me da lo mismo lo que haga, pero sea lo que sea, que lo haga con pasión, que lo haga bien.

*Fome: Latero, cuadrado, parco, demasiado estructurado. Esos a mí me dan sueño, y un sueño eterno. Que es muy tarde, que tiene sueño, que no quiere bailar más porque está cansado, que no come tal cosa porque es muy calórico o porque le da acidez, que hay mucha bulla etc etc etc, ¡next!

*Egoísta: Bordeando la egolatría. Que se hace siempre lo que él quiere, que el tango lo bailamos los dos, pero es él quien siempre la lleva, que está demasiado seguro que lo amas y por ende, no se esfuerza en nada, total, sabe o cree saber que te tiene segura. Que en la cama, acaba él y le importa un pepino cómo lo pasaste. Paso.

*Carretero: Reventado, borracho, volado, drogado y todos los sinónimos. Me carga el gallo reventado, ese que siempre tiene que tomar en exceso, el que da jugo. No me parece simpático, me parece patético.

*Hijito: El que insiste en buscar a mami. Inútil en todos sus sentidos. No, gracias.

*Too opend mind: Está bien ser liberado en lo sexual, pero no al punto de creer que la vida es una eterna película porno, y de esas rascas más encima. Ni ahí con esos que quieren hacer tríos, swingers, que te quiere filmar, o que los filmes, que quieren hacerlo con dos minas y lo mires. No, no y no. Además, que me da la idea que su pene habría que meterlo en cloro.

*Asshole: El imbécil que se cree inteligente o intelectualoide. El que te tira un par de datos sacados de Google y cree que con eso va a parecer un filósofo. El que habla puras gueás. El que cree que leyendo Wikipedia basta para parecer culto. 

*Roto: No tiene que ver con el estrato social, ni con el colegio al que fue. Da igual. Es un tema de linaje interno. Hay hombres muy rotos, los he visto y dan vergüenza. Salen con puras desubicaciones, se pelean o se enojan cuando no tienen que hacerlo, critican cuando no tienen que hacerlo, y menos de esa forma.

*Cesante:  Sorry, sé que este es un estado que uno muchas veces (ojo, no siempre) no elige, pero un hombre sin pega es para mí un hombre sin pene. Un rato, Ok. Pasa, yo también he estado sin trabajo, pero no 1, 2, 3 años ¡no gueís po! Un hombre al que le tienes que cargarle la BIP porque no tiene plata es un hombre del que hay que huir. 

*Cafichón: Eso me lleva a otro estereotipo, el gueón cagado que te saca plata. Incapaz de invitarte ni a un helado, salvo  que corra por tu cuenta. Típico que son los que toman y comen más caro, porque claro, como no pagan ellos. Qué horror, ni para tener sexo. 

Soñar en grande


Hace unos días tuve el sueño más lindo de mi vida que quiero compartir con ustedes. Soñé que estaba arriba de un barco, bote, o algo, (no pude distinguir bien) y de pronto, veo a dos hombres jóvenes lanzarse al mar.

Era un mar hermoso, tranquilo, casi color turquesa,  cristalino, tipo caribeño. Al ver a los dos personajes lanzarse al agua y nadar, casi por instinto y sin pensarlo mucho, llegué e hice lo mismo. Hecho curioso, siendo que a pesar que sé nadar, le tengo cierta fobia al agua. Incluso en el sueño lo pienso “¡qué he hecho!”. Pero entiendo que hay que nadar, y nado, nado y nado. Y de pronto me voy relajando y pienso “hey, no lo hago nada de mal, incluso lo hago igual que ellos dos”. Me siento orgullosa y en calma.

Luego, uno de los hombres va y advierte que hay una sombra debajo del mar, lo miro y me asusto porque él dice “parece que es un tiburón”. Pero en vez de eso, era una ballena, que saluda y chapotea. Acto seguido, viene otra sombra debajo del agua que sí es un tiburón, de esos plomos, clásicos, me persigue e intenta atacarme.

Yo, logro zafarme, subiéndome no sé si a una tabla, o llegando a una orilla… el tema es que el tiburón no me alcanza y me salvo.

Busqué los significado de todos estos elementos en San Google, aunque ya sabía que el mar, y todo lo relacionado con agua, representa cómo estamos emocionalmente y claramente me doy cuenta que estoy pasando por un buen momento, uno tranquila, en paz, feliz.

El tiburón representa el lado negativo de uno, todos nuestros boicots, aquellas cosas que surgen de nosotros mismos que no nos dejan avanzar: el egoísmo, los problemas, cosas que no sabemos cómo afrontar. Y la ballena, por el contrario, si uno la ve feliz en el sueño,  representa la fortaleza de espíritu. Implica que la vida te devolverá con creces por todo lo que has trabajado. Representa tenacidad y mente clara.

Desperté de ese sueño bastante feliz y tranquila. Y me hizo pensar acerca de cuántas veces seguramente en mi vida tuve miedo de nadar, o de cuántas veces ni siquiera lo intenté por miedo a ahogarme.

Me doy cuenta que  hoy sueño en grande, literal y metafóricamente. Y ya no me da miedo, por el contrario, me da gusto. Voy hacia adelante con paso firmo y sonriendo, pero jamás olvidándome de cuánto me costó llegar hasta acá y jamás olvidándome que la vida es cíclica. Este es un buen momento, y lo disfruto, mañana no sé que va a pasar, pero el presente es maravilloso y el futuro está por escribirse. 

miércoles, 13 de febrero de 2013

The day of love


De entrada voy a reconocer que no celebro el día del amor desde que me separé. Y eso ya hace seis años. He tenido parejas después, pero desde que me separé decidí – por una cosa de convicción y de odio al merchandising o las paradas mentirosas – que no iba  a celebrar ninguna cuestión más.

De hecho en este blog hay algunas entradas que imprimen la opinión que yo tenía respecto al día del amor, eso de andar regalándose corazones con forma de chocolatitos, los globos, peluches y todas esas leseras.

Y digo tenía, en tiempo pasado, así que sabrán que una vez más debo tragarme las palabras. Suele pasar eso cuando uno anda decretando absolutismos. La vida es así, nada es para siempre y nunca hay que decir jamás. Lección aprendida.

Bueno, voy al grano. Este año habrá Día del amor en mi vida, pero aclaro que no es porque he sucumbido al consumismo o al marketing, sino porque siento que tengo algo que celebrar. Y no es el día que celebro, sino que los días, todos los momentos que he vivido con N desde que estamos juntos o incluso desde que nos conocimos.

Él me ha hecho volver a creer en el amor, en la posibilidad de una vida en pareja, bonita, saludable y feliz.  Me ha hecho querer por primera vez en la vida – y no estoy exagerando- un proyecto de a dos. 

Porque si bien he tenido otras parejas antes, que he estado enamorada antes y me he entregado a esos amores, nunca antes había pensado en mi vida de a dos pero de manera consciente, no sé si me explico.

Ahora es distinto. Ahora planeo, planeamos. Caminamos juntos. Y estoy enamoradísima, pero desde una parte de mi corazón más aterrizada. Lo amo y amo lo que hemos ido construyendo.

domingo, 10 de febrero de 2013

Convertirse en tentación


El otro día estuve pensando algo que no sé si a ustedes le pasa, pero ¿se han encontrado con personas que físicamente son realmente lindas (os), atractivas (os), pero que al momento de conocerlas más se transforman en lateras (os), feas (os)?

A mí me ha pasado en un par de ocasiones. Personas que tu miras y encuentras realmente lindas, que tu dices que podrían tener a quienes quisieran a su lado, pero que están tan llenos de mierda, complejos, mala onda, miedos, y auto boicots que hacen que la lindura estética pase a segundo o tercer lugar y terminan tornándose  horrendos y fomes.

También pasa al revés. Personas que a lo mejor no son tan agraciadas, pero que cuando vas conociendo, más y más atractivas las encuentras. Ya sea por su bien humor, carisma, inteligencia, porque son observadores, claros etc.

Por lo mismo esto que dicen que es la belleza interior la más importante, no me parece ya tanto una pelotudez que dice alguien feo, sino que ahora me parece una verdad infinita.

Yo estoy bien convencida que todos y todas podemos ser atractivos, bellos y audaces, sexies, provocativos, todos podemos ser regias y regios. Siempre y cuando sepamos potenciarnos bien. Esto sería como aprender a vendernos bien, hacer nuestras propias relaciones públicas. Ahora, por favor, no se trata de andar chanteando, vale decir, estafando a la gente respecto a ser personas que no somos. De hecho, encuentro que quienes andan mintiendo y diciendo que hacen cosas que no hacen, o que se visten de marca para aparentar, son tristes personas que no se aceptan a sí mismas, y eso es patético y cero atractivo.

No, me refiero a tomar las cualidades que la genética y tu historia te han dado y sacarte partido. Y voy más allá de saber vestirse bien aún siendo más anchita, más que saber qué maquillaje te viene o qué labial usar, si usar rayas, vestido largo o a media rodilla, pelo listo o crespo, corto o largo. Me refiero a verse y entender qué cosas nos hacen especiales, tomarlas y armar un paquete irresistible.

Parto explicando por casa. Yo no soy ninguna Claudia Schiffer, no tengo ni su altura, ni su delgadez. Y tampoco nunca me interesó tener ninguna de esas cualidades. Tampoco soy fea, ya que no me voy a andar tirando al suelo, tengo mis brillos y mis gracias. Me gusta mi pelo ondulado, el color rojo que lo distingue, me gusta mi piel, mis pecas en la cara, mis lunares coquetos dibujados en ciertas zonas de mi cuerpo que sólo los privilegiados han encontrado.

Me he ido encariñando con mis curvas más pronunciadas, con mi busto más relleno. Y le saco o le intento sacar el mejor partido. Me gusta hoy (antes me cargaba) mi cara de pendeja inocente, porque he aprendido a mezclarla con malicia, mi lado B, no en vano soy geminiana. Me gusta esa mezcla que conservo entre cabra chica y mujer. Y le saco provecho en la vida, incluso en el sexo.

Me gusta provocar al resto con declaraciones sexuales. Onda “a mí me gusta esto”, me gusta dejar al resto plop, descolocar, en el  buen sentido, claro. Pienso que eso es otra característica que me hace ser atractiva.

Me gusta escuchar y al parecer lo hago bien. Me encantan las historias, por algo escribo. Me encanta tener este blog y me encanta que a muchos y a muchas les parezca sorprendente que la mujer con cara de cabra chica escriba de estos temas, que le gusten ciertas prácticas, que le hayan pasado ciertas cosas en la vida. Me gusta, al final del día tener un trasfondo. Me gusta ser compleja, porque llegar a mí es como se decía del personaje de Sandra Bullock en “The blind side”: “es como una cebolla, para llegar a ella hay que pelarla por capas”.


Mi humor creo que también es atractivo. Soy irónica, sarcástica. Tengo la capacidad de reírme de mí misma y por supuesto, del resto. A veces me río a carcajadas. Y soy alegre, aún cuando quiero sólo llorar.

¿Sueno bakán no? Jajajajajjaa, pero es como me vendo. Y obvio que para eso, obviaré mis defectos, que son muchos, ya que estoy lejísimo de ser perfecta. Pero dentro de mis imperfecciones, trato de verme lo más adorable posible, porque aunque suene increíble, he aprendido que uno puede convertir un aspecto negativo de la personalidad en algo tierno y apetecible.

Ahora, yo no me ando creyendo la raja por la vida, pero sí sé lo que valgo. Eso es algo que uno nunca debe olvidar jamás, sin importar cómo uno es físicamente. Hay  que aprender a reconocer todas las virtudes que tenemos y potenciarlas, sacarles lustre, mostrarlas, exhibirlas. No tener miedo a brillar, a ser la o el mejor, a sentirte la  o el mejor. Bueno… ¡eso!

jueves, 7 de febrero de 2013

Palabras hot en el sexo


Yo no sé ustedes, pero a mí me gusta que me digan cochinadas en la cama. Lo digo sin pudor ni vergüenza, porque encuentro que esto de tirar en completo silencio, es medio fomeque. O sea, no se trata de convertirse en un loro parlanchino (mucha conversación también mata las pasiones), pero  una palabra hot bien dicha, en el momento correcto, para mí por lo menos es altamente excitante.

Ahora, creo que para que esto resulte, y no se transforme en un bochorno, en un momento incómodo o en una situación ridícula, hay que hacerlo en el marco de la confianza. Porque no se trata de que en un touch and go con un gallo que no conoces, una vaya y le digas alguna frase de antología. Además, no es por ser cartuchona, pero una cosa es que mi pareja me diga alguna cosa subida de tono, y otra muy distinta es que un gueón que apenas conozco, me lo diga.

Debo confesar que también me gustan las palabras “motivacionales” del sexo. Por ejemplo un “dale, dale, así, eso, sigue”. Nice. Creo que es como un aliciente a que lo que una esté haciendo o la performance que una está teniendo, está de lo más bien.

A mí también me gusta expresar mis gustos y me gusta que el otro sepa bien que aquello que está haciendo, eso, justo ahí, está increíble.

Y me agrada la conversación hot en medio de, que me digan que soy rica, que lo caliento, que soy la más top de top en eso. Y qué importa si sea verdad o no, que sea la mejor cogida que ha tenido, si al final, el hecho que te lo digan, es lo que enciende motores y por supuesto sube el ego sexual hasta las nubes.

También la cosa media ruda me agrada. Las órdenes, onda “sácate esto o lo otro” , hace esto o lo otro… La ropa fuera de manera rápida y apasionada. Pero también la cosa romántica y suave. Supongo que cada momento es distinto.

 Yo por estos días me siento bastante bien en ese aspecto de mi vida, segura y muy feliz!


domingo, 3 de febrero de 2013

La mano del destino


Torcer su mano no es nada fácil, pero he confirmado que se puede cuando uno pone su foco en lograrlo y lo hace desde una vereda convincente y sana.

Lo logré en mi vida sexual, porque de acuerdo a los hechos sucedidos en esa área, seguramente el camino obvio era que yo terminara frígida, acomplejada e infeliz en esa parte de la vida. Sin embargo, un día, una amiga mía, muy sabiamente me dijo algo que jamás olvidaré: “los problemas de cama, se solucionan en la cama”.

Traducción: uno puede teorizar mucho sobre el tema, llorar, lamentarse, sacar conclusiones, ir al sicólogo, pero si no pones todo eso en la práctica, nada de eso, sirve. Así que un día, hastiada de no ser feliz ahí, fui por mi solución. Bendito el día en que lo hice. Fue tiempo ganado y bien invertido. No me arrepiento de nada y los frutos de tener una vida sexual saludable y feliz, los veo hoy. Y me enorgullece. Antes, el sexo era un tema tabú para mí, hoy tengo sexo, hablo de sexo, escribo de sexo y veo sexo. Y todo, desde una vereda de tremendo alivio y orgullo.

Pero eso es una parte de la vida, aún hay una en la que estoy coja, o en verdad en la que quedé coja, alguna vez que decreté cosas que veo que hoy ya expiraron, porque todo cambia, una cambia, la gente que te rodea cambian; cambian las situaciones, el corazón. Evolución, dicen que le llaman. No puedo pretender desear y esperar lo mismo que cuando me rompieron el corazón. Suena lógico, pero de eso me vine a dar cuenta hace sólo unos días, después de pensar mucho, de llorar un poco y de darme algunos cabezazos contra la pared.

Esta parte, la llamaré confianza en el resto. Érase una vez una mujer casada y sociable. Sin problema alguno en participar de eventos de tipo social, sus amigos, mis amigos, su familia, mi familia, sus amigos con los míos, etc. Pero todo cambió el día en que decidí separarme. Me quedé muy sola. Los amigos se fueron, no sólo los de él, sino que incluso uno mío. Y el corazón se me trizó. Lloré, sufrí, pataleé, me enojé, pero sobreviví y juré en silencio y a grito pelado que eso jamás me volvería a pasar, aunque tuviera que construir una muralla.

Dicho y hecho. Fue mi forma primitiva, o instintiva de seguir, de avanzar. Y enterré todo el resto en el baúl de los recuerdos. De ahí que comencé a sentir un ahogo particular cada vez que se venía la posibilidad de entablar relaciones con, por ejemplo, los amigos de mi pareja, más aún con su familia. Me aislé, ahora entiendo que no de pesada, no de antisocial, sino por miedo. Lo hice, una, dos, tres, veinte veces, hasta que ya era algo natural para mí. Luego, ya no era una decisión, era una cosa normal dentro de la vida. Y me olvidé de lo otro….

Hoy la vida me hace un llamado urgente. Un llamado que quise obviar o afrontar de otra forma, pero no hay caso, la única forma de darle solución es en la práctica. Y desde el convencimiento interno de que es lo mejor para uno. Hacerlo por el otro, motiva, ayuda, pero no es suficiente, hay cosas que hay que hacer por nadie más que por una. De lo contrario, se va creando una cuenta, algo así como un saldo a favor que en cualquier momento de conflicto o en el momento menos esperado, una lanza la cuenta … “yo que he hecho esto por ti…” y vamos entrando a la dimensión desconocida de las relaciones.

Así que ya llegó el momento. El momento de lanzarme de lleno a esto, de dejar de tener miedo, de a poco, de respirar hondo y soltar. Es hora de comenzar un nuevo capítulo. Ya estoy lista.