miércoles, 24 de octubre de 2012

Casados y mentirosos


Yo estuve casada, así que a mí por lo menos no me vienen con cuentos raros, pero lamentablemente muchas de mi género caen y recaen una y otra vez en las mismas mentiras de hombres casados inescrupulosos que con tal de conseguir su objetivo (conseguir una amante, una sucursal o una canita al aire) son capaces de decir las mentiras más grandes.

Ahora, y creo que esto será confirmado por mis congéneres, como se trata de mentiras masculinas en realidad son bien tontas y fáciles de desenmascarar. Pero como  aún así, se mantiene lo que yo denomino la “esperanza de la mujer gueona”,  he confeccionado un listado de utilidad pública  de las chanterías más clásicas que se escuchan de boca de casados frescos de raja ¡Acá van!

*Ya no pasa nada con mi mujer: Cuando un hombre dice esto, de lo que quiere convencernos de manera muy sutil (casi infantil diría yo) es que no tiene sexo con su mujer, que con suerte duerme con ella y le dice las buenas noches. ¿Alguien le puede creer algo así de  un hombre? O sea, a ver tiene todas las noches durmiendo al lado o en su propia  casa a una mujer, que – en el peor de los casos – alguna vez amaron (o sea por algo se casó), ustedes, de verdad ¿piensan que no tienen sexo? CUAK! Típico que dicha esta frase, 9 meses después aparece un ser con dos pies y dos manos que vienen a desmentir nuestras creencias.

*Es que yo a ella la quiero, pero a ti te amo: Really? Pero miren qué conveniente, quieren y aman a la vez. Esta es la típica frase del casado winner, porque con esto, te retiene, o sea, te hace sentir pésimo porque pucha, la quiere, pero te da un palmadita en la espalda (o donde te guste más) y te dice que te ama. O sea! La verdad es que no  quiere ni a la esposa ni te ama a ti, sólo se ama a sí mismo y a ese ego de mierda que sólo lo deja mirar su ombligo.

*Ya le voy a contar sobre nosotros: Yo creo que un hombre casado pueda enamorarse de su amante, tomar la decisión, decirle a su esposa y emparejarse como la gente, pero cuando te lo dicen una vez y no pasa nada, dos veces y no pasa nada, tres veces y no pasa nada, hay que convencerse que NO PASÓ NADA. Un hombre bien hombre no anuncia tanto, llega y hace.

*Estoy esperando que los niños estén más grandes: Un clásico de todos los tiempos. El hombre encuentra la mejor excusa en que sus hijos están muy bebés, entonces les da pena dejarlos solitos. Con esto logra varias cosas. Una salirse con la suya, dos hacerte sentir responsable de prácticamente dejar abandonadas a esas criaturas y tres de enamorarte más de este hombre, tan buen padre. Pero la verdad es que son sólo excusas y más excusas para no dejar a la mujer. ¿Por qué? Simple: NO QUIERE.

*Me estoy separando: Ojo acá, porque puede ser verdad, pero siempre y cuando que eso venga de la mano de una actitud de “me estoy separando” porque si él aún vive con la mujer, pasa con ella todos los fines de semana, te prohíbe llamarlo al celular, ni mandarle mensajes de texto comprometedores y no quiere por nada del mundo que se sepa de tu existencia. ¡Hello!

*Ella es una bruja: ¿Y tu la princesa? Ojo con los hombres casados que hablan mal de sus mujeres. Yo siempre he encontrado poco hombre aquél que en una reunión social pela a la mujer, la trata de bruja, de paca o de gastarle todo el dinero. Típico que es EL momento en que el pobre gueón puede lucirse, ya que en casa es un sometido. Eso por un lado, y por otro, es sólo una manipulación más para que no te sientas mal de ser la amante y hasta lo valides.


*Mi relación está en crisis: Los casados cara de raja siempre están en crisis con sus mujeres, siempre son maltratados, siempre ellos son tan buenos… entonces ¿qué hacen las mujeres? Los cobijan y cogen después. ¡Pobres almas! Resulta que en la mayoría de los casos ellos están súper felices de la vida y la mujer es un dulce.

Consejo final con cariño: Mujeres ¡NO SEAN GUEONAS!

lunes, 22 de octubre de 2012

Happy sex


Advertencia: si usted piensa que acá encontrará  esos atroces tips onda revista Cosmopolitan (cómo calentarlo en 10 pasos etc) o si espera encontrar la solución a todos sus males en la cama, le sugiero que mejor no siga leyendo, porque lo que está escrito a continuación proviene de la experiencia real y no de una cosa fantasiosa seudo machista a la que estamos toda acostumbradas a consumir. Gracias.

Si supiera cuáles son las claves vitales para tener buen sexo sería millonaria, así que partamos de la base que no soy ninguna  gurú ni experta en la materia. De hecho, nadie lo es por más títulos y estudios ostenten. En cosas del sexo, así como también del amor, todos somos ignorantes, y todos aprendemos echando a perder.

En fin. El tema es que de acuerdo a mi experiencia, a mis ensayos- errores, a mis aciertos y metidas de pata, he descubierto que hay ciertos denominadores comunes que por lo menos a mí me han permitido tener una vida sexual feliz.

Primero supongo que hay que definir que es estar sexualmente feliz. Para mí es sinónimo de sentir que disfruto de los encuentros con la persona, que la persona me gusta mucho, que al otro también le gusto mucho y me desea, y que más encima tengo orgasmos. Y ya si es le sumo que amo a la persona  y que ésta me ama devuelta…. Felicidad asegurada.

Ahora, lo que acabo describir a lo mejor a ti, que lees esto, no te hace feliz. Tal vez para ti sentirse feliz es simplemente tener sexo con quien se ama, o tener orgasmos solamente, en fin, al final todo es válido.

Teniendo en cuenta mi definición de felicidad sexual, a continuación lo que yo pienso que son claves para tener sexo y ser feliz  a la vez.

*Decir que no a: Los complejos físicos, los rollos mentales, los miedos, los traumas, los prejuicios morales y religiosos, las dudas, las inseguridades y a la rutina.

*Confiar: Creo que es lo básico para tener buen sexo y me parece que es una condición que no tiene género, no es que las “minas” necesitemos de esto y los hombres no lo necesitan porque son más calientes. O sea, si uno no confía en la otra persona a la hora de tener sexo, ¿cómo sentirse cómodo? Yo creo que es difícil. Y si uno no se siente cómodo ¿cómo voy a tener buen sexo? Y esto va más allá del tema sentimiento. Es que pienso que el sexo, con o sin amor, siempre tiene un nivel de entrega, por ende, siempre requiere de confianza.

*Dar:  Creo que no se trata de convertirse en geisha ni de ser sometidos, pero creo que en la cama es súper importante, escuchar y escuchar al otro. Y hablo más que las palabras, hay que aprender a leer al otro y a uno mismo, aprender cómo le gusta al otro, qué cosas que le prenden.. etc.

*Hablar: Creo que es vital que en el sexo no sólo ocupamos la boca para ciertas posiciones o gustos, sino que también para conversar. No hay nada mejor que hablar de sexo, contar lo que a uno le gusta más o no le gusta, preguntarle al otro qué piensa sobre o tal posición, aventurarse a hacer cosas nuevas.

*Amar: Lo siento, sé que suena cursi, y les aseguro que no tengo nada de moralista ni de cartucha y creo firmemente que el sexo sin amor es rico, pero … con amor, es cien mil veces mejor, ya que  cuando uno ama al otro, se reúne (o por lo menos así debiese ser) todas las condiciones anteriores.  Y hasta para mi asombro, he descubierto que el amor con sexo es igual o más salvaje que ese que uno practica por deporte, porque están presente las emociones, las cosas que te hace sentir el otro, las pasiones, etc.


sábado, 13 de octubre de 2012

El mito de la mujer de 30


Debo confesar que no tenía idea que las mujeres de 30 años provocaban ciertas fantasías de parte del espectro masculino veinteañero. Yo, en verdad pensaba que ellos fantaseaban más con las de 40 o incluso 50. Pero la verdad es que me he enterado de varios casos de hombres de 20 y algo que han estado o han querido estar con mujeres de 30  por este mito.

¿De qué mito hablo? Hablo de la idea generalizada de que las mujeres de 30 son secas en la cama. Lo que se traduce concretamente en que tienen harta experiencia, que son jugadas y que no tienen los complejos de las minas de 20 años.

¿Mito o verdad? Bueno, como nunca es bueno generalizar, voy a hablar desde mi experiencia como mujer de 32. La verdad es que mirando hacia atrás y haciendo una comparación muy personal, hay una gran brecha entre lo que yo era sexualmente a los 20 y algo a lo que soy hoy.

De hecho, siempre pienso que debí creerme aún más el cuento cuando era toda flaca a los 20 jajaja, creo que desperdicié ese tiempo en complejos imbéciles, pero es algo propio de la juventud ¿no? El hacerlo todo al revés y mal  para llegar más sabia a los 30.

Así que aún cuando hoy estoy más rellenita que aquellos años, no tengo los miedos de antes relacionados al cuerpo, onda, ay No a esta posición porque me  veo o siento gorda, o ay, NO hago eso porque es de putas, o ay que no me toque ahí porque no estoy lo suficientemente tonificada y un gran ETC de estupideces.

Hoy mi actitud en la vida se refleja en la cama, y es mucho más segura, más de mujer adulta. Obviamente para llegar hasta este punto, pasé por varios estados, y por un tiempo de inseguridad máxima sexual donde me sentía fea, gorda y poco deseable, pero… la vida siempre te compensa y apareció alguien que me ayudó a superar esa faceta y de hecho, hoy, estoy casi segura de que él llegó a mi vida para eso.


En fin. Yo no sé si las mujeres de 30 somos más secas para el sexo, pero sí creo que la actitud es la distinta, y quizás eso es lo que resulta atractivo para un hombre. Creo que a los hombres les gusta encontrarse con una mina que no anda enrollada por leseras y que sabe lo que quiere en todo sentido. ¿O no?

martes, 9 de octubre de 2012

Querer, amar, desear


El triple pack, ese tan difícil de conseguir, de lograr, concretamente de sentir. No siempre viene así. A veces  estos verbos vienen por separado o a veces en dúo, pero cuando se obtienen los 3, como que algo nos hace cambiar, como que algo se remece en el corazón.  Y no estoy hablando de una siutiquería que se puede escuchar en una canción de Arjona,  ni de una frase trillada y melosa que se puede leer en una tarjeta, estoy hablando de algo real y concreto.

Supongo que todo parte por el deseo. O sea, imposible tener un interés de tipo amoroso, si  a uno no le parece mínimamente apetecible el otro. A veces igual viene de la mano del cariño. Pero supongo que en cosas de pareja, da lo mismo el orden de los factores, el resultado sigue siendo el mismo.

Hoy yo quiero, yo amo, yo deseo. Y es una maravilla reconocerlo en privado y también en público, en silencio, pero también a grito pelado. Y en este proceso de volver a amar, debo confesar que sentí miedo y que a ratos, hasta hoy me baja el pánico. Pero a pesar de todo eso, hoy tengo la  fuerza y el convencimiento de seguir hacia adelante, sin mirar atrás, eliminando dudas e incertidumbres en cada paso que doy, en cada paso que doy tomada fuerte de su mano.

Las desilusiones amorosas, incluso aquellas que me marcaron el corazón, me parecen tener sentido y hasta cierto punto, las agradezco.  Es como que sin ellas, sin ese dolor grande o dolorcillo que me generaron, hoy no sería quien soy, hoy no amaría de la forma que amo y hoy no valoraría la relación que  tengo ni al hombre que está a mi lado.

Porque hoy sé cuánto cuesta estar en una relación bonita, sana para el alma, el corazón, el cuerpo y la mente.  Uno puede amar mucho, amar toda la vida, pero el tema está en amar bien, amar para bien. Y esto no tiene que ver con amar a quien te ama de vuelta, sino en amar a alguien que te hace bien.  Ese es el milagro.

Hoy declaro que amo a N y que amo lo que hemos ido construyendo lentamente, sin apuros ni presión, casi a pulso, a punta de conversaciones, a punta de conocimiento mutuo y propio, a punta de mucha paciencia y por supuesto, a punta de amor. Y  cuido lo que tenemos y lo que siento por él todos los días, porque así he comprendido que hay que hacer cuando se ama, porque el  verdadero desafío está en mantener, cuidar y proteger ese sentimiento.

Ahora, yo no puedo, por más que quisiera, predecir el futuro, ni saber qué puede pasar más adelante. Pero sí puedo decir que en mi corazón puedo sentir que vamos a estar un buen tiempo juntos, porque esto, señores y señoras,  está recién comenzando.  Y eso me hace tan feliz…

miércoles, 3 de octubre de 2012

Gozar la vida y no parar de gozar


Vengo llegando de un viaje tan lindo a Baires. Lindo en todo sentido, desde la arista más personal, como el hecho de haberme podido organizar bien con todo para tener la libertad y la independencia de decir “hey, me voy de viaje”, pasando porque necesitaba descansar un rato, porque fui con N, porque pasaron cosas importantes allá, y porque vaya, qué linda y viva ciudad que es.

De hecho, es lo que más destaco de nuestros vecinos capitalinos. Pucha qué son prendíos y no tiene nada que ver con esta imagen del argentino sobrado, que habla fuerte y es soberbio. No estoy hablando de otra cosa, de tener una ciudad llena de lugares donde ir, y no sólo los sábados, sino que todos los días. Es como que la felicidad allá es de lunes a viernes, las 24 horas y los 365 días del año.

Sin duda tienen problemas – de delincuencia y corrupción especialmente – pero allá la gente goza lo que tiene. Los bonaerenses son gozadores. Comen, toman, hablan a destajo. Los parques están llenos y nadie mira al otro feo porque se tira en el pasto, porque lleva un picnic, porque se pone a tomar sol en bikini o porque toma mate. Acá, hacer eso es de rotos. Qué atroz, cómo es eso de andar sin polera en en Parque Bustamante o Baquedano, eso es como a la altura de bañarse en una pileta del centro.

Los restaurantes, los cafés los pubs atienden hasta tarde y la gente que va, no se pone a mirar el celular cada cinco minutos. No se pone a twittear lo que están haciendo, ni sacan fotos de la comida, ni nada. Ellos gozan. Gozan el minuto, el café conversado, el gusto de la pizza, el sabor del trago. Disfrutan del contacto humano o de por último leer el diario en silencio.

Eso me hizo pensar en lo culposos que somos, especialmente nosotras las mujeres. Si estamos delante de un plato rico, lo comemos, pero con culpa, pensando que no estamos saliendo de esa maldita dieta que nunca empezamos, pensando en las calorías, pensando en que debimos haber pedido mejor una ensalada insípida. Si tomamos, lo mismo.

Ya no tenemos tiempo para tomarnos un café por la tarde o a mitad de tarde. Ya no hay tiempo para juntarse a hablar, porque para eso está el Facebook, el Skype o el chat.

Si tenemos buen sexo o sexo abundante, pensamos que nos estamos poniendo putas para nuestras cosas, sobre qué dirán de nosotras… pensamos que no está bien andar de suelta de cascos por la vida. Y al final todo el goce que está siempre presente en nuestras vidas se transforma en culpa, miedo, rechazo. Tanto placer no está permitido.

Nosotros, como sociedad, en verdad somos algo apagados y tristes. Y no estoy hablando del carrete non stop, porque uno puede ser reventado, salir todos los días y amanecer encañado y seguir siendo apocado. Estoy hablando de la alegría de vivir, de gozar, con cosas simples, como un día más cálido, con un plato rico, o un beso memorable.

Yo debo confesar que soy bastante hedonista – miren si hasta la palabra es negativa – porque me gustan las cosas placenteras. Me gusta comer, tomar, bailar, hablar, tirar, besar, dormir,  reír. Y claro que también a veces me siento culpable y cuento calorías, o pienso que no debí pegarme esa siesta, porque se me acumuló la pega. Lo llevo en los genes, nada qué hacer, pero igual siento que gozo más de lo que me mortifico.

Mi conclusión – una de ellas – post viaje es que hay que aprender a vivir y no a sobrevivir. Hay que aprender a usar los espacios que la ciudad te da para pasarlo estupendo.

Y otra conclusión que saqué que profundizaré en otra entrada es que, vale la pena volver a amar, vale la pena volver a arriesgar y apostar por un proyecto en pareja. Cierto, a veces uno pierde, pero a veces, uno gana y cuando eso pasa, todo calza.

Lo que no decimos sobre el sexo


El sexo vende, el sexo llama la atención, el sexo siempre es un tema que genera curiosidad, pero por alguna razón, a la gran mayoría de las personas – hombres y mujeres – les cuesta hablar de sexo. Me refiero a hablar de verdad, no a contar chistes o a pavonearse con cosas imposibles. Hablar, como quien habla del gusto personal por una determinada comida o sobre los lugares favoritos personales: hablar.

Nosotras, las mujeres, tenemos varios tópicos comunes del cual no hablamos o mejor dicho mentimos. Ahora, por suerte, eso ha ido cambiando con el tiempo, pero sigue siendo en líneas generales así.

Uno es el tema del sexo oral. En el mundo femenino es políticamente incorrecto decir que a una le gusta practicar el sexo oral (más hacerlo que recibirlo). Si lo dices, hay dos cosas que pueden ocurrir, o quedas como ídola, o quedas como puta. Allá tu si tomas el riesgo.
Incluso el decir que te gusta que practiquen sexo oral es medio feo también. No tengo la respuesta a esto eso sí, pero es así.

Aunque mucho más que la práctica oral, hay otro tema mayor que genera rechazo, dudas e incredulidad en el mundo de las mujeres: el sexo anal. Anda a decir que lo practicas y que te gusta más encima. Porque claro, puedes hacerlo y hasta sientes apoyo femenino  si dices que lo haces porque él te jode tanto con el tema, pero otra cosa muy distinta  es confesar que lo disfrutas. Así que ahí hay dos opciones, o eres sometida o eres puta. Allá tú si tomas el riesgo también.

Pero si hay algo que NO hablamos las mujeres con otras mujeres es sobre esa palabra tremenda llamada masturbación. A diferencia de los hombres, no andamos contando cuántas pajas (si es que se puede decir así) nos hacemos al día, semana o al mes. Ni no orgullecemos de ellas ni hacemos aspavientos respecto a su intensidad o duración. O sea  ni si quiera usamos la palabras masturbación, masturbar y sus derivados, nos suena fea, pecaminosa, cochina… mal.

Aún así creo que la gran mayoría de las mujeres se masturba (o toca para ser más lady), y no sólo las vírgenes o las que no tienen pareja, sino que  también las con pareja, casadas, con hijos etc. Es parte de la vida, y no tiene nada de pecaminoso, pero aún teniendo eso en cuenta, no hablamos de eso. Es heavy este tema, y sin duda, incide negativamente en nuestra sexualidad.

Otro tema vetado, aunque siento que hoy un poquito más validado gracias a la publicidad y a la abertura de temáticas femeninas, es el uso del juguete sexual. Hoy siento que no todas piensan que son sólo para mujeres cagadas, frígidas o que se les fue el tren. Creo que hoy está la conciencia que sirven de complemento, para pasarlo aún mejor sola o en compañía. Igual, no conozco a ninguna mujer de mi círculo que me haya dicho que ha usado un juguete y mucho menos que le gusta. Pero… es más fácil hablar de este tema porque por último lo tomas como algo lúdico, no es tan serio.
Ahora, los hombres, si bien son en general menos acomplejados en lo sexual, tienen una serie de temas vetados.
Uno de ellos, y el más heavy seguramente tiene relación con cualquier cosa que afecte su pene. Enfermedad sexual, ETS, incapacidad de erección, ¡whatever!  Cualquier cosa que impida su correcto funcionamiento es algo que un hombre difícilmente hablará con otro hombre, o sea, con suerte con su pareja. Es como si la vida se les fuera en un pene flácido y es cierto eeee… un hombre IMPOTENTE es eso IMPOTENTE en toda su vida.

El hombre tampoco habla de placeres propios considerados degenerados o propios del mundo gay. Lo que se puede resumir en todo aquello que rodee el ano. El hombre heterosexual tiene un complejo feroz con esa área, como que si pensara que si alguien le toca ahí, va a convertirse en gay por acto de magia. Un hombre jamás confesará que le guste que le estimulen esa área ni mucho menos que le besen ahí, el llamado black kiss. Da igual si les gusta o no, el hombre llamado bien hombre, NO puede gustarle nada ahí, de lo contrario su virilidad es puesta en duda.

Y para qué hablar de pornografía gay. Es curioso, pero es considerado válido y casi hot que una mujer heterosexual se excite viendo a dos mujeres interactuar en la cama, eso no la hace ser lesbiana, sino que le da la calidad de ídola u “open mind”, pero anda a decirle a un hombre hetero que vea una porno con dos hombres ¡No! Lo ofendes.

También sigue siendo tema un hombre que “acepte” en su cama con su pareja un juguete sexual. No falta el que se pregunta ¿acaso no soy suficiente? Casi como que si fuera una competencia. Difícilmente un hombre admitirá que en su intimidad juega con su pareja con un consolador o vibrador.
En fin, podría seguir eternamente. Pero la verdad de la milanesa es que la sexualidad es muy personal y creo que eso merece respeto.