domingo, 16 de septiembre de 2012

En la misma sintonía


A mis 32 años he descubierto, lo que yo defino como una de las grandes verdades del amor y de las relaciones de pareja. Ahora, advierto que quizás en 10 años diga que tal vez me equivoqué, pero por lo menos ahora así veo las cosas.

El amor es importante, sin duda alguna, el querer al otro, sentir cariño y todas esas cosas que no se ven, pero que se sienten. Pero hay algo que sustenta y sostiene el amor y que si no existe, es difícil mantener una relación y eso es  estar en la misma parada, sintonía, en momentos similares o como quieran llamarlo.

Suena obvio, pero por Dios que es difícil encontrar esto, porque es algo que se da o no se da.  Y nada que hacer. No es que uno pueda hacer algo para que el otro esté en la misma frecuencia que una ni viceversa. Y no tiene que ver la edad en esto, ni las experiencias, ni los años juntos, nada, es una cosa que se da casi gracias a la conjunción de las estrellas. Por eso yo pienso que es un milagro y como tal, cuando se da, uno debe sentirse bendecida.

Ahora, esta cosa de estar en la misma sintonía a veces cambia con el tiempo. Es decir, una empieza a querer cosas distintas que la pareja, porque comienzas a caminar por otro camino,  o porque evolucionaste más rápido etc. Es complicada la cosa.

En lo personal, siento que N  y yo estamos en la misma parada. Cada uno tiene sus mundos apartes que incluyen amistades, trabajo y familia, pero también siento que los dos entregamos la misma cantidad de tiempo y dedicación a la relación. Siento que estamos pendientes el uno del otro en todo momento y que trabajamos por tener una buena relación. Cada uno aporta lo suyo, y cada uno le entrega un sello especial a la relación.

Y adportas de cumplir 6 meses juntos, puedo decir que me siento más feliz que la chucha con él jajajajajaja. Así, tal cual. Creo que hacía tiempo que no me sentía así con alguien y lo que es mejor, me siento TRANQUILA. Hacemos buena dupla, hacemos buen equipo, hacemos buena pareja.


jueves, 6 de septiembre de 2012

Un hombre, un proyecto


Se me imagina que la cosa partió así: Érase una vez una mujer llamada Eva y un hombre llamado Adán quien por caliente se tentó con la manzana, dejando la media embarrada que terminó con ambos expulsados de una vida maravillosa de no hacer nada. Así pasaron al mundo real: ese en que hay que trabajar, levantarse temprano, donde las cosas duelen y donde da sueño y hambre.

Bueno, luego de echarse la culpa mutuamente, decidieron limar asperezas, mal que mal había algo bueno de este nuevo mundo: el deseo y el sexo.  Hasta ahí todo bien, salvo que Eva, empezó a molestarse por ciertas actitudes y comportamientos de Adán. Onda “no, es que no se siembra así, es que por qué roncas, es que me carga que te duermas después de hacerlo es que esto, es que lo otro” y ahí vino la revelación femenina de Eva: “¡Ya  sé! Como soy mucho más clever que este que está al lado, voy a cambiarlo y hacer que haga y diga todo lo que quiero, lo voy a amoldar, lo voy a salvar”.

Y ahí, quedó la zorra.

No se me puede ocurrir otro inicio de esto tan particularmente femenino que es la tendencia a querer cambiar a los hombres. Todas lo llevamos dentro como un semilla maligna, unas más que otras, obvio.

Tenemos metida en la cabeza esta cosa de querer salvar al hombre. Nos creemos súper mujeres, con capa incluida. Las más extremas, pretenden salvar a drogadictos, alcohólicos, sexópatas y hasta prueban sus poderes intentado cambiar a gays en heterosexuales. Las más clásicas quieren cambiar a mujeriegos empedernidos, a hombres con problemas con el compromiso, a hombres desordenados y hombres poco ambiciosos.

¿Porcentaje de éxito del proyecto? Según, mi experiencia, de un 0, a 1%. Y creo que todas lo sabemos, pero la tentación de hacerlo igual, a veces nos supera.

En lo personal, mi tendencia hasta hace unos meses era que me gustaba salvar a hombres con patologías mentales. ¿Tiene depresión? ¿tiene un trastorno bipolar? ¡Uy estoy enamorada! Jaajjaja así como que funcionaba para mí. No puedo entender de otra forma cómo dos parejas consecutivas mías hayan padecido de males del mate. Recuerdo que bromeaba, diciendo que si me iba a dar una vueltecita al Peral, probablemente salía casada. (Humor negro).

Pero ¿Por qué? Y he pensando mucho en esto. O sea, yo no tengo complejo de sicóloga ni de siquiatra, pero creo que durante un tiempo en mi vida, sentía la necesidad de sentirme necesitada. Y eso es lo que creo que nos pasa a nosotras las mujeres a quienes nos gusta andar salvando lo insalvable. Creo que validamos un poco el amor así. Onda, yo te salvo, entonces tú así me amarás por siempre.

Suena hasta romántico, pero el camino no tiene nada de romántico. Es en verdad atroz. Si no, pregúntenle a Roxana Muñoz y su locura de embarazarse de un borracho como Kike Acuña.

Atroz porque es girar todo el rato alrededor del sujeto, estar siempre preocupada, urdir estrategias para lograr el cambio y lo que es peor, desilusionarse una y otra vez, porque la verdad es que la gente no cambia, por lo menos no en su esencia. O sea uno puede modificar ciertas cosas, ceder en otras, pero un hombre flojo difícilmente se convertirá en un trabajólico sólo gracias al amor de una mujer.

Cuesta entenderlo. Cuesta su tiempo darse cuenta que el amor no soluciona nada y que el amor no hace cambiar a las personas, salvo cuando la cosa parte desde una voluntad propia, pero nadie cambia radicalmente porque otro se lo pide. Así somos los seres humanos y punto.

Aprendida esta tremenda lección, hoy no pretendo cambiar no sólo a mi pareja, sino que a nadie. Es bien simple o uno quiere a las personas tal como son, o… no las quieres y punto.


Por ende, hoy prefiero amar a un hombre real, y no al que está en mi cabeza o aquél que tengo como proyecto en carpeta. Eso sí que también pido lo mismo, es decir, que me amen también como soy, con mis días buenos y malos, ya que tampoco soy monedita de oro. 

domingo, 2 de septiembre de 2012

Felizmente divorciada


Amigas y amigos, comparto con ustedes mi alegría. Seguramente quienes han seguido por un tiempo este blog, ya sabrán que estuve casada, que llevaba años separada de hecho, pero que por mil motivos, mi divorcio se vio entrampado.

Sin embargo, luego de años, hace unos días, volví al Juzgado de Familia – un lugar feo donde uno ojalá no debiese ir nunca – y se acogió por fin la demanda de divorcio y se dictó sentencia. Ahora sólo queda esperar por un papel que certifica la sentencia y de paso, mi nuevo estado civil: Divorciada.

Para ser honesto, creo que nunca en mi vida sentí tanta euforia como ese martes 28 de agosto a las 13 horas cuando la magistrada dijo “se acoge la demanda”…. Ni si quiera cuando me casé me sentí así jajajja.

Yo creo que también se debe a que como pasaron varios años, toda la pena, el enojo, la mala onda, todo el odio contra el amor, los hombres, el matrimonio, ya estaba superado, por lo que sólo quedaban las ganas de dar por finiquitado el vínculo de manera legal. Faltaba sólo eso para cerrar el círculo.

La verdad es que el haber obtenido el divorcio para mí significa mucho más que un cuento legal. O sea es un alivio saber que ahora las cosas que me compro son mías y que no son la mitad de él o que si me caigo muerta, mis cosas no van a pasar a él, pero además, es un alivio el dar vuelta la página CON TODO.

Porque la mujer que se casó con ese hombre, ya no existe en verdad. Y ese hombre con el cual yo me casé, tampoco.  Por lo mismo, me hacía tanto ruido seguir unida a algo inexistente, que parecía tan lejano, casi como de un sueño. No niego que hubo buenos momentos, que igual aprendí con él y que no fue un mal hombre conmigo, pero eso no es suficiente para casarse, ni para sustentar un matrimonio.

Hoy, mirando para atrás yo sé que él nunca me amó, o sea, decía que sí y creo que lo pensaba, pero tan sólo amaba su sueño de mí. Nunca me vio realmente y cuando lo hizo, le cargó, me convertí en una especie de molestia. Y yo por mi parte, tampoco nunca lo amé, sino que tan sólo amé mi sueño de nosotros. El sueño de una niña de 25 años, porque yo era realmente una niña.

Por otro lado. me da risa la gente, porque llevo 2 minutos divorciada y ya me preguntan si me casaría de nuevo. Yo ante eso, sólo respondo que no me separaría de nuevo.  No digo  nada con eso, pero siento que lo digo todo también.

Así que no me queda otra que seguir celebrando. Celebrando la vida, celebrando el amor, celebrando el final de esta historia. Celebrando lo mejor que hay en esta vida y que nunca hay que perder o ceder: la LIBERTAD.