viernes, 29 de junio de 2012

Mi adorada muleta

Creo (en verdad espero) que esto no me pasa sólo a mí, sino que a varias personas. A veces nos sucede  que seguimos ligados a una situación o una persona en particular, a pesar de tener la conciencia de que nos hace mal.

Creo que esto pasa porque estas personas o situaciones, con el tiempo, se van convirtiendo en nuestras muletas. Muletas que en algún punto, pensamos o creemos necesitar, ya que de lo contrario, nos caeríamos de boca al suelo. Son esas muletas de nuestras vidas que nos convencen por un rato, por años, y a veces en los peores casos, de por vida, que somos inválidos, y que sin ellas no podemos caminar, no podemos seguir adelante.

A mí me pasó y me viene pasando hace harto rato, no quiero sacar la ecuación matemática para no deprimirme, pero hace rato. Mi muleta fue o aún es, porque las cosas tienen sus procesos, una persona, con nombre y apellido. Supongo que me autoengañé un rato pensando que en verdad no me hacía mal, que podía seguir teniendo contacto con esa persona sin que me rompiera el corazón, como la mujer adulta y súper madura que a veces me creo, pero…. No.

Pero una vez que mi muleta personal se votó a huelga, y luego que yo me quedara ahí ofuscada y triste, jurando que me caería al piso, después de respirar hondo, me di cuenta que no pasó nada de eso y que caminaba de lo más bien sin ella, incluso más ligero.

Siempre habrá un cariño especial por esa muletita de la vida. Nunca me será indiferente. Y siempre habrá una parte de mi corazón que esperará que esté bien. Pero me di cuenta que de rompe y raja (cómo suele uno darse cuenta de las cosas importantes de la vida) que era hora de que partiera de mi vida, me gustara la idea o no.

Las muletas son como las drogas también. Uno necesita un tiempo de desintoxicación, un tiempo de silencio, un tiempo para rearmarse. Y así como el cocainómano con la cocaína,  en mi caso, siempre habrá una parte de mí, que lo extrañará aún cuando, por lo menos hoy, sé que su compañía es letal.

Eso me pasa a mí. Pero ahora me convencí que hay ciertas personas que quizás no pueden estar en la vida de una para siempre, por mil razones, incluso hasta por buenas razones. Porque debo ser tremendamente sincera, siento que yo  también era su muleta adorada, y que también lo dejaba en una posición de congelamiento. Y eso no es justo tampoco.

La vida es así y hay que aprender a soltar y dejar partir. Ese es mi nuevo foco actual y el sólo comprenderlo de corazón, me hace sentir bastante bien.


domingo, 24 de junio de 2012

Soñar/ desear/ decretar


El otro día pensando en la vida, me di cuenta de algo que no me había percatado hasta ahora.  Cuando marcaba el reloj las 12 de la noche del 31 de diciembre de 2011 para dar paso al 2012, yo como un ritual que venía haciendo  desde el 2010, deseé con fuerza lo siguiente: “quiero tener una relación de pareja”.

Es que me había dado cuenta de la fuerza de las palabras y de los decretos, cuando el 2010 pedí “quiero tener mucho sexo”. Sí, eso pedí, tenía mis motivos para que ese fuera mi deseo de año nuevo. Claro que tal como dice el refrán, hay que tener cuidado con lo que uno pide, porque puede hacerse realidad.

Efectivamente el 2010 fue un año de descubrimientos en esa faceta, pero…. Nunca me imaginé que en el camino iba a querer una relación de pareja. Así que eso fue lo que pedí para el 2012, digamos que fui más específica. Bueno, y también decreté otra cosa, ya saliendo del 2011, un año muy bueno, pero que terminó de manera difícil y aleccionadora, cuando se me acabó el reemplazo que estaba haciendo y me quedé sin pega. Y dije así, cual Scarlett O’Hara en "Lo que el viento se llevó": “Nunca más volveré a ser pobre, nunca más me quedaré sin nada”.

Bueno, cual cuento de hadas (y no estoy mintiendo, ni poniéndole color) a fines del mes de enero, una noche en que me dio frío, partió mi historia con N. Y sin analizarlo, ni pensarlo demasiado, de pronto llegó a mi vida el tipo de relación que quise. De manera prácticamente paralela, llegó a mí una pega que me arregló la vida.  Y todo ha ido mejorando hasta ahora…

De pronto, siento que tengo todo lo que he querido. A veces me da miedo porque me pongo fatalista y me pregunto ¿y hasta cuándo me dura? Supongo que me da susto perder todo esto tan bueno… pero creo que por lo menos en cuanto a la cosa laboral, estaré estable este 2012 dentro de mi aparente inestabilidad.

Como sea, a lo que voy es la importancia de soñar, y de decretar aquello que añoramos. Hace un tiempo le escuché decir a Madonna una frase relacionada a esto y era algo así como que muchas personas no lograban lo que querían, porque tenían miedo a pedirlas. Yo estoy convencida que a veces uno mismo se bloquea los sueños, uno mismo se pone trabas y se auto boicotea, por lo mismo hay que aprender que todo es posible, TODO, cuando uno realmente se lo propone.

Mi nuevo decreto tiene relación con la extensión de esta felicidad tan nueva para mí. Decreto que no sólo esto bueno (laboral y personal) persistirá en el tiempo, sino que MEJORARÁ. Ese seguramente será mi deseo de año nuevo 2013. Estoy segura que ese será

Estoy es también como la maravillosa película “El Mago de Oz”, una cinta que volví hace un año atrás, ya con mis 30 años a cuestas, y que encontré que tenía un mensaje maravilloso, relacionado a los camino que hay que recorrer, las lecciones que hay que aprender y que al final, todo lo que uno busca está en uno….. en este espectro los zapatos rojos brillosos de Dorothy es su fuerza del decreto “There’s no place like home”.. etc. Así que a usar esos zapatos y a empezar a decretar.

lunes, 18 de junio de 2012

Miedo al miedo


Queridos y queridas seguidores tengo un problema. Tras una ardua investigación y auto análisis me he  cuenta que soy una adicta al miedo compulsivo a una relación de pareja. Es como si a medida que voy profundizando una relación, un sentimiento, un lazo o una realidad, al menor detalle, salto como gato engrifado y me preparo para la huida.

Es como si siempre estuviera lista para salir arrancando. Siempre estoy con mis maletas hechas. Siempre estoy como esperando r la fatalidad, por ese “¡viste!, lo sabía” con el que me he acostumbrado a vivir, a sobrevivir.

Algunos podrán decir que nunca está demás caminar con cautela cuando se trata de cosas de a dos, que es mejor no entregar tanto… Ok, si no se trata tampoco de andar con el vestido de novia en la cartera, pero tengo que la sensación que mi talón de Aquiles, mi propia “bolsita de pelos con uñas” (me entenderá el o la que vio la peli “Amor en Juego” ) es mi miedo a sufrir.

Es la base de todo. La razón por la cual busco detallitos para enojarme y convencerme que es mejor salir arrancando, la razón por la que hay ciertas situaciones que me provocan soponcio y un ahogo extremo (es algo físico, como la sensación que alguien me oprime la garganta), la razón por la cual desconfío y dudo acerca de todo lo bueno que hay en la relación…. Siempre predestinada a la fatalidad.

Y si me pongo a pensar un poquito más me doy cuenta que desde cierta época en mi vida, siempre he sido yo la que da por finiquitada las relaciones. Me pasa también que siento que en mis dos últimas relaciones he sido muy paciente, tolerando lo intolerable, y temo que quizás haya gastado toda mi paciencia o quizás me haga falta tiempo para recuperar un poquito. Lo que es ahora, me siento con cero tolerancia y eso no está bien, porque es como hacer pagar a alguien por los platos rotos de otro (s).

Me doy cuenta de mis diversos actos de boicoteos, auto boicoteos. A veces me doy cuenta a tiempo, a veces después de mandarme una frase para el bronce o de tener una actitud ácida, porque cuando me enojo, no soy como la típica mina  taimada, sino que destilo acidez e ironía y con dos o tres palabras soy capaz de mandar todo literalmente a la mierda.

El tema es que estoy cansada, agotada de andar a la defensiva. Porque cansa y creo que cansa al otro también. Así que he decidido trabajar a full en eso, así como he  trabajado en otras áreas de mi vida.

Y mi primera acción fue comprarme una pizarrita que colgué en mi pieza y donde pretendo de manera semanal ir colocando una serie de acciones o deseos a seguir relacionada a este problema o a lo que sea.

Como podrán ver las primeras dos palabras son bien claras: ¡Confiar! Y la voy a repetir cada vez que la vida me dé razones para hacerlo, como para convencerme. Y se ve alentador el panorama, porque en menos de 24 horas, ya hay dos “confiar”.

miércoles, 13 de junio de 2012

El drama de ser un Cristino


Supongo que ya se ha hablado hasta el hartazgo de las minas tipo “Cristina”, el nombre del personaje de la teleserie “Soltera otra vez”, que debo confesar, sigo.

Que está lleno de Cristinas este mundo, que la mina con el vestido de novia en la cartera, la que quiere una relación, pero que se fija en puros pasteles, la que es hasta medio idiota y aún sueña con el príncipe azul, etc.

Y la verdad es que me he dado cuenta que también en esta selva de las relaciones humanas, también merecen un lugar los Cristinos. Porque si bien aún subsiste ese prototipo del hombre zorrón, súper cool, conquistador que le cargan los compromisos y pasan de cama en cama, también está aquél hombre que SÍ quiere una relación, comprometerse, proyectarse con alguien, pero que por alguna razón,  se mete con puras minas pastelas y locas que quieren cualquier cosa menos una relación con proyección.

Esta entrada va en rescate de este macho de buena cepa, pero que al parecer, igual que las Cristinas, mal enfocado en la vida. Apunta mal, pésimo y siempre termina enamorándose de la mina que no es para él, de la loca, de la sociópata, sicópata, la maraca, y un GRAN ETC.

Curiosamente en el último tiempo me he topado con un par así. Y  veo que son hombres buenos, trabajadores, ahí está el ideal para cualquier Cristina, pero por alguna razón las Cristinas no los ven o los desecha por esta estupidez de la naturaleza femenina de sentirse atraída por el chico malo, rebelde, el indomable…. No es mi caso en verdad porque yo odio a ese estirpe de macho, a mí me tiende a atraer el hombre bueno, pero trastornado, aquél con el dilema existencial. Igual de pastel en todo caso para este tipo de definiciones.

Pero ¡basta! yo hago  humilde llamado a darles una oportunidad a los Cristinos y ver lo que ofrecen. Suelen ser hombres generosos que como hace tanto que andan buscando una relación, y un amor bonito, a penas lo ven (o creen verlo)  tienden a ser jugados a y valorar todo. Tienden a la fidelidad, a contener cuando se les necesita... a ser buenos compañeros de vida.

Algunas podrán decir que los hombres muy buenos son una lata, o que son nerds (o hipster como ahora se llaman),  son fomes y que no hay como la buena adrenalina que te ofrece  el gil winner que no te pesca ni en bajada y al que una debe domar a punta de estrategias enumeradas en un libro que habla sobre cómo ser la mejor cabrona del mundo.

Personalmente, entrada ya a la década de los 30, lo único que quiero es que si estoy en pareja, el hombre que esté a mi lado me quiera, no me amargue la existencia, ni me dé más problemas…. Si a esta conjunción se le agrega una atracción y amor mutuo, una relación decente y con proyección, creo que el resultado final son una cristina y un  cristino reunidos bajo el milagro del momento oportuno….

Así que, Cristinos del mundo, no pierdan esperanzas, hay más minas que la clásica Glenn Close de “Atracción fatal” o para ser más moderna, más que la del tipo  “Summer” de “500 días de Summer”, hay vida más allá, sólo que hay que saber cuando decir cuando.


lunes, 11 de junio de 2012

Cómo debe ser una relación


 

Mis queridos lectores, con mucho respeto les digo que si alguien más me pregunta por mi estado emocional, creo que voy a estallar y decir alguna brutalidad. Pasa una cosa muy curiosa, una situación que creo que no me había tocado vivir y que de veras ha sido un hastío.

Es bien simple en verdad: N se fue de vacaciones. Unas vacaciones  (y vamos entrando en explicaciones) que tenía programadas desde antes que nos pusiéramos a pololear, pero que más allá de esto, bien merecidas que las tiene.

Cuando supe de ellas, desde el primer minuto mi reacción genuina, fue de “oh, bakán… Cancún, buena”. Pero lo que es curioso, es la reacción del resto de la gente respecto a este viaje. O  sea, más que la reacción, yo diría el cuestionamiento. Y partimos: ¿por qué fue sin ti? ¿cómo te sientes? ¿confías en él? ¿lo vas a echar de menos? Pero… (y esta es la que más me gusta) “me imagino que después van a viajar juntos”.

Y la verdad es que la gente comienza a generar un hoyo en la seguridad inicial, porque, genuinamente, después de tanta pregunta, yo también me he cuestionado si acaso está Ok que yo esté Ok con que viaje sin mí jajajjaja ¡es absurdo!

Todo esto me lleva a otro tema y que tiene que ver con las percepciones y juicios del resto del mundo de cómo debe ser una relación de pareja “normal” y cito algunas ideas de lo que he escuchado últimamente:

*La pareja tiene prohibido ir a ninguna parte considerada divertida sin una, la media naranja (eso incluye viajes de placer, carretes, cumpleaños, eventos sociales varios etc)

*La pareja debe verse lo máximos posible, ojalá todos los días, aún cuando no hayan ganas o deseos de estar solo contemplando el techo. ¡No! Hay que estar juntos.

*Imposible llegar a pensar que a los dos meses uno puede tener una relación SOLIDA y bonita, ¡No! Lo normal es tenerla después del año, el que diga lo contrario, es un iluso.

*Cada vez que estamos juntos DEBEMOS quedarnos a dormir juntos. Da lo mismo si al día siguiente haya que levantarse al alba o si uno esté muerto de cansado, ¡No! Hay que quedarse juntos porque eso es lo que hacen las parejas: compartir cama.

Y así puedo seguir eternamente con este listado, pero la verdad es que los puntos recién mencionados son las máximas con las que me he (nos hemos) encontrado en el último tiempo. Hay veces en que debo confesar que sucumbo entre tanta exigencia social y me cuestiono… pensando que tal vez el resto del mundo sabe mejor de cuántas veces debemos vernos, o que tienen razón con esto de que no puedo divertirme sin él…. Pero luego me acuerdo de las mil parejas que siguen estas reglas al pie de la letra y que no se soportan, se ponen el gorro, no se hablan y que al final se separan.

Todos sabemos que No hay recetas para tener una buena relación de pareja, pero pucha que nos gusta etiquetar las cosas y ponerle reglas.  Medimos cuánto amamos en cosas estúpidas cómo cuántas veces vemos al otro en la semana o cuántas veces tiramos, o cuántas veces nos quedamos a dormir juntos, pero la verdad de la milanesa, es que todo eso es puro y simple bullshit.

Y ya es hora de entenderlo, y superarlo. La gente habla tanta lesera de repente, pero también es una la que presta oreja. Yo he descubierto que soy bien permeable al comentario gueón. Quizás no a la primera, pero cuando se repite la vez 40, tiendo a empezar a cuestionarme, cuando en realidad lo que debería hacer es cuestionar al mundo y seguir sintiéndome segura y feliz.

Esa es mi actual lucha… recordar con quién estoy y quién soy. Y  recordar, como dice la canción que Johny, ¡el mundo está muy loco!

miércoles, 6 de junio de 2012

Orgasmomanía


Debo reconocer que hace un año, las entradas en este blog estaban cargaditas hacia todo el tema sexual. Y cómo no, si yo estaba como cabra chica con juguete nuevo en Navidad jajaja que no se mal entienda por favor la metáfora.

Me refiero a que el 2011 fue un año más que todo para experimentar en ese plano, para descubrirme, para descubrir, para saber qué cosas me gustan y cómo me gustan, para decirle adiós a los miedos, a los complejos, para despedirme de una época complicada relacionada con asuntos de cama. Fue en pocas palabras una época para reconciliarme conmigo misma y no sólo en lo erótico, sino que también en la vida en general.

Durante harto tiempo puse el sexo como la prioridad number one de mi de vida. O sea, el buen sexo y por consiguiente los orgasmos. Para mí el sexo, mi sexualidad, sigue teniendo importancia en mi vida, pero ahora de otra forma, desde otro enfoque.

Porque comprendí que una relación de pareja no se puede construir sólo en base a buen sexo y multiorgasmos, por más que yo hubiese querido que fuera así, que tiene que haber más, mucho más que un buen polvo para concluir que una está en una relación de pareja y que esa relación va para alguna parte.

Comprendí que el sexo es exquisito, maravilloso, un deleite cuando uno ama a otra persona, y que acostarse por deporte puede ser divertido, pero ni la mitad de placentero que hacerlo con alguien al que uno quiere y confía. Y eso no tiene nada que ver con discursos mojigatos ni moralistas, tiene que ver con una cosa empíricamente comprobado.

Hace años, seguramente por cosas que me han pasado en la vida, yo pensaba de que a mí me amaban, según cuánto me tiraban. Tal cual. O sea, si una pareja mía me decía que ese día no tenía ganas o estaba cansado, para mí era como lanzarme barro en la cara, como el peor de los rechazos.  Supongo que hacía una mala ecuación de eso. También me pasaba que era incapaz de unir dos cosas fundamentales: amor y sexo. Era como si yo no pudiese tener buen sexo con alguien que amaba y que sí podía tenerlo con alguien que no.

Me pasó que hubo un tiempo en que me evadía sólo con sexo salvaje, alocado, y que me producía el más profundo rechazo un “te quiero” en medio del acto o una mirada tierna. Era como si las dos cosas fueran por caminos distintos.

El 2011 fue el año en que pude unir ambas cosas,  fue el año en que comprendí todo esto que escribo de manera muy resumida. Y el 2012 siento que es el año en que aplico lo aprendido.

Ahora recalco que sigo deseando tener muchos orgasmos y disfruto cada uno  de los que hoy experimento, pero como que hay cosas más importantes  a las que hay que debo  atender con igual o incluso mayor atención. No sé si me hago entender…  digamos que  mi meta para una relación de pareja no es tener 10 orgasmos a la semana, sino que estemos bien como pareja, que nos queramos, apoyemos y que también tengamos buen sexo. 

Regla que creo que hasta ahora se cumple… o sea, ¡eso espero!
En conclusión, los orgasmos son ricos, sin duda, pero por sí sólos no construyen una relación. En otras palabras, creo que son menos poderosos de lo que yo pensaba.... y deben ocupar el espacio en la vida que les corresponden, ni más ni menos.

Una relación funcional


Cuando me preguntan últimamente sobre mi actual relación de pareja, yo suelo comentar que además de que es una linda relación, que me tiene muy feliz y que encuentro que tiene proyección, agrego “y es funcional”, un adjetivo que al parecer es polémico.

Porque cuando digo “funcional”, me levantan las cejas como diciendo ¿cómo dices eso? Supongo que es un adjetivo que es considerado políticamente incorrecto usarla para describir una relación de pareja, pero para ser bien honesta, que una relación sea funcional (vale decir, que funcione para ambos lados en toda la globalidad que implica compartir la vida de a dos) para mí es una de las bases más importantes de la relación.

Porque hay relaciones súper lindas,  y tiernecitas, pero que no funcionan. Entiéndase esto por relaciones amorfas, en la que cada uno rema para su lado, o en la que no hay comunicación, puntos en común, lugares de encuentro. Relaciones en la que ambos protagonistas no quieren lo mismo, en la que uno debe imponerse con sus deseos, en la que nadie cede. Esas son relaciones disfuncionales, porque para mí, puede existe mucho amor, deseo, pasión y todo lo que quieras, pero cuando ambos quieren cosas distintas o están en momentos distintos, la cosa simplemente NO funcional…. Es una relación disfuncional.

Yo no sé por qué le tenemos tanto miedo a hablar de una relación con más objetividad y por qué nos gusta tanto llenarla de adjetivos clichés que no significan nada. Una relación de pareja se asemeja mucho, pero mucho,  a una sociedad de a dos. Hay que trabajar para que esta sociedad crezca, se mantenga. Hay que escuchar al otro, negociar, pelear incluso a ratos, pero todo eso da lo mismo cuando el objetivo de ambos es continuar con la sociedad, dicho en el lenguaje más amoroso, continuar en un mismo camino.

¿Y dónde quedó el romanticismo? Ustedes se preguntarán. Quedó inserto en todo esto, porque por lo menos para mí hoy, ser romántico no tiene mucho que ver con regalar cosas con forma de corazón ni peluches que al apretarlos dicen “I love you”, romanticismo es saber que cuando yo esté mal o algo me pase, yo voy a tomar ese teléfono, voy a llamarlo y ahí va estar. Que puedo contar con él, saber que si necesito hablar,  él me escuchará. Es incluso  saber que cuando yo ando con ganas de salir arrancando, él va amarrarme en un abrazo para que yo no me vaya.

Una relación funcional es eso. Es una relación que te entrega lo que una necesita y que además tu le entregas al otro, lo que él necesita. Y aunque no haya escrito la palabra en ningún momento de esta entrada, yo sé que estoy hablando todo el rato de una sola cosa: amor.

Hace un tiempo de hecho leí una frase que me hizo tanto sentido y que me confirma estas ideas. “Amar es comprometerse con la felicidad del otro”. Sin duda alguna lo es.

sábado, 2 de junio de 2012

La inocencia del primer amor


Esta tarde me topé con “Diario de una pasión” en el cable y además de devorarla y llorarla entera, me puse a pensar en este tema… los inicios del amor.

No sé el de ustedes, pero mi primer amor fue a los 14 años.  Su nombre era Felipe González. Lo conocí a mis 14 años en una fiesta en una casa de un amigo, de una amiga, de una amiga jaja o algo así.
Así que al rimo de “Gilette”, esa cantante que entonaba “don’t want a short short man” jajajajaj (ojo que la canción la llevaba en la época) bailamos, nos preguntamos el nombre, el colegio, curso, edad y por supuesto, el teléfono.

Recuerdo incluso cómo andaba vestida esa noche: Jeans desgastados, beatle rayado burdeo con blanco (le llevaba harto la raya en ese entonces), encima un canguro plomo  (no el animal, sino el polerón con capucha y bolsillos a los lados) y unos zapatos horrendos beige con taco que estaban de moda.

Quizás no tenía nada de sexy, pero yo me creía la raja y así fue topé con ese primer amor. Me acuerdo que al día siguiente me llamó y así comenzamos a salir (cine, cimarra, arrancadas varias al parque) hasta que me pidió o pololeo… o me pidió pololeo altiro, no lo recuerdo.

Él no fue mi primer beso, pero sí  el primer hombre al que le daba tantos besos.  Él era moreno, pelo negro liso, medio gordito... me gustaba como me hacía sentir. Nos amamos como se ama a los 14 años, muchos “te amos” sin saber aún lo que eso es realmente, intercambio de cueritos (esas tiras tipo pulsera que aún venden en la feria artesanal como símbolo de nuestro eterno amor), regalos tipo peluches, corazones… de hecho, él fue el primero que me escribió una poesía (ojo de su propia autoría).

Nunca hubo con él más que un beso, una tomada de mano y un abrazo. Nada de grado dos ni mucho menos tres. Fue una relación bien inocente, y la verdad es que yo me enfrenté a él con un corazón cristalino. Sin miedos, sin aprensiones, sin dudas. Porque no sabía lo que era todo eso a los 14 años. Yo sólo entendía que él me gustaba mucho, que me encantaba estar con él y punto. Nada de estrategias ridículas, ni planes de conquista ni fórmulas para que te tomen en serio.

Finalmente, creo que después de no sé…. Tres meses??? de pololeo intenso y luego de habernos jurado amor eterno, él me pateó por teléfono. No recuerdo bien la razón, pero parece que era porque le gustaba alguien más o algo por el estilo. Y yo, corté el teléfono, me puse a llorar, mi mamá me consoló y de ahí me fui a hacer las tareas del colegio jajajaajajaj, así era el amor a los 14 años.

Siento que uno debiese intentar (digo intentar porque es tremendamente difícil) enfrentar  cada relación de pareja como ese primer amor. Es difícil porque por ejemplo yo ya no soy esa niña de 14 años, y el corazón va cambiando y aprendiendo, muchas veces a porrazo limpio, pero me refiero a entregarse a esta cosa linda del amor, el de esperar una llamada, de esperar ver al otro, de decirle al otro cosas lindas, aún cuando suenen cursis. Dejar de desconfiar, de pensar que el otro te anda cagando, o apremiarse por el mañana.

La verdad es que uno tiende a aferrarse a las cosas malas que a una le suceden en una relación. Por ejemplo, si tuve un pololo que me fue infiel, llego al a relación siguiente pensando que me van a cagar o lo que es peor, me reúso a tener más relaciones por miedo a que me caguen de nuevo.

De hecho anoche con N comentábamos esa tendencia. Según me dijo, a él  no le pasa…. Mmmm es que también es una cosa m{as bien del género femenino, siento que nosotras las mujeres somos más pegadas que los hombres.

Yo creo que hay que liberarse y dejar de entrar en pánico. O sea, yo también me he aferrado a lo malo, pero de no haberlo superado, aún pensaría que todos los hombres que se acuestan conmigo después me van a botar, o que todas mis parejas van a tener problemas sexuales…. o peor aún que hombre que me fijo, hombre que tiene trastornos siquiátricos.

Yo, de a poquitito, casi a  pasitos de bebé he ido sanando mis heridas del corazón. No ha sido fácil, sino que todo un camino…. Pero el resultado es que hoy puedo estar con alguien sin estar atacada. Y les prometo que aún hay días en que me da el sofocamiento, pero he aprendido a racionalizar mis aprensiones.  Es un trabajo diario, pero vale la pena.

Y ahora que estoy sintiendo esa cosa en el corazón que me indica cuando estoy amando de nuevo… más que nunca recurro a esa imagen mía con mi polerón plomo, entusiasta y alegre, como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo.