lunes, 29 de noviembre de 2010

Estar sin estar


Tengo el mal de la mamá – pareja, así lo acabo de denominar. No sé bien cuándo surgió esto en mí pero tengo la maldita tendencia de convertirme en esta mujer súper poderosa que cobija a sus parejas, que siente la necesidad imperiosa de salvarlos de sus males, de llevarlos por los caminos difíciles que les toca enfrentar.

Si sé, suena patético y poco saludable. Si sé que no hay nada peor que convertirse en madre de la pareja, si sé, si sé, si sé. Pero aún sabiendo eso, me tienta y siempre estoy al borde de hacerlo, es como si tuviera que concientemente tomar la decisión de detenerme para no volver a caer en eso que tanto daño me hace.

Y eso que odio a los hombres bebés, qué contradicción la mía. En alguna parte de mi historia, creo que fue post separación, mal entendí el concepto de compromiso y de apoyo. A veces pienso que aún hay una parte de mí que se siente tremendamente culpable por algo y que esta es mi forma de compensarlo… no sé.

Después de todo lo que sufrí por hacerme cargo de J, sé lo que implica hacerse cargo de otra persona a tal punto de relegar la vida propia a segundo o tercer lugar. Sé que eso después pasa la cuenta, que después una se siente abusada, cansada y cobras de vuelta todo lo sacrificado y lo que es peor, se alimenta una especie de soledad, ya que convences a la otra persona que tu siempre te la puedes sola… siendo que eso es mentira.

Por lo mismo mi gran misión de lo que queda de esta año 2010 es lo que denomino, estar sin estar, es decir, brindar apoyo, ayuda y comprensión, pero desde una distancia saludable, desde un “te acompaño” y no un “te llevo”. Suena tan fácil, pero vaya qué me cuesta.

Qué más yo quisiera tener una varita mágica para solucionar problemas, pero no la tengo y la capa de súper héroe hace ratito ya que me viene quedando grande. Así como yo debo aprender a no ser rescatada, debo aprender a dejar de rescatar, dejar libre, soltar, esperar y ver qué es lo que pasa en realidad….

M…. estoy pero no estoy, estoy cerca de ti, entiendo lo que me dices y lo que callas. Tus silencios son parte de esta gran lección que debo aprender, tú eres una de mis grandes lecciones de vida, hoy sé que esa es una de las razones por las que la vida nos volvió a juntar. Salud, por eso.

domingo, 28 de noviembre de 2010

El duelo ha comenzado…. ¡bienvenido!


Supongo que a veces peco de soberbia, “tengo todo superado”, creo que dije hace un tiempo respecto mi término con J, con quien tuvo una relación importante que me dejó tantas lecciones así como asuntos por resolver. Sin embargo, ayer, al ver sólo un atisbo de la realidad, es decir, que en serio terminamos y que en un mes o algo más vamos a vivir separados, me hizo sentir tremendamente triste y mirando la que fue alguna vez nuestra cama, sentí una cosa rara en la garganta y me largué a llorar mientras Marley me miraba pidiéndome una explicación.

El llanto me pilló de sorpresa porque venía contenta, me sentía feliz y entusiasmada no sólo por mi nuevo trabajo, sino que también por esta relación especial que tengo con M que, debo acotar, me ha hecho renacer en aspectos muy importantes para mí.

Perofue en ese preciso momento, mientras me secaba las lágrimas, me di cuenta que realmente no tengo nada superado, que mi mente lo entiende perfectamente, pero aún tengo que convencer a mi corazón, que es bien testarudo.

En ese preciso instante supe que el proceso de duelo acababa de partir, que no estoy preparada ni en lo más mínimo para estar con alguien más como pareja, que no estoy lista para volver a amar y tener una relación linda y con proyección y que voy a tener que hacer uso del freno de mano que justamente pelaba unas entradas atrás. Me guste o no, hoy no puedo darme el “lujo” de enamorarme. No puedo, porque podría hacerme y hacer daño.

En ese instante también supe que este duelo voy a tener que vivirlo bien, no como el duelo que viví por mi separación, voy a tener que hacerlo solita, sin un hombre que esté recogiéndome del suelo, tal como J, lo hizo en su momento. O sea, necesito apoyo, pero no que alguien luche por mí o me solucione la vida, tengo que aprender a hacer eso solita, aprender a cuidarme y a hacer las cosas por mí.

J, la vio difícil cuando yo estuve hecha un bulto humano, me vio llorar a gritos por otro, me vio borracha, inconciente, me vio enrabiada con el mundo, con el amor, conmigo misma. Jamás olvidaré esa sensación por las mañanas de sentirme asqueada conmigo misma por sentirme feliz con otro hombre. NUNCA MÁS.

Se viene un tiempo difícil, mucho más de lo que había pronosticado, porque hay una parte de mí que se rehúsa a “soltar”, que se niega a dejarlo ir y él a su vez, tampoco lo hace más fácil….. pero la decisión ya está tomada y sólo queda ser valiente.

Su partida me tiene el corazón dividido en dos. Por un lado siento que será menos doloroso que tener que verlo todos los días y presenciar a cada rato cómo agonizamos como pareja, pero por otro lado, alejarme de él va a ser como sacarme el corazón con la mano, y voy a tener que hacerlo y nadie ni nada podrá ayudar en eso, ni siquiera lo lindo que tengo con M. Esta vez no permitiré ser rescatada.

Él lo entiende bien, porque somos amigos, porque me conoce, porque sabe lo que me pasa y por lo que he pasado, porque él ya tiene suficiente con sus propios demonios, con su propio pasado, porque no puede ni tiene por qué lidiar conmigo. Y viceversa. Y es curioso…. Pero creo que la vida lo volvió a poner en mi camino por lo mismo, porque esta es una lección que debo aprender.

Lo confieso, estoy muerta de miedo y supongo que tengo todo el derecho de estarlo, porque estoy en una especie de punto en mi vida en que hay decisiones que van a cambiar por mucho tiempo el rumbo de las cosas…. Estoy en un momento de nuevos comienzos y de finales tristes. Pero a pesar del miedo, sé que, como siempre, saldré parada y más sabia…

El otro día ironizaba con mi vida… tenía unas chalas regalonas a luca que amaba porque eran cómodas y lindas, sin embargo, el Marley las mordisqueó y quedaron por debajo horribles.

Pero igual las usaba, aunque, como decía M, “estuvieran hechas mierda”. Hasta que un día las miré y tenían hasta un hoyo en la suela. Encontré que era demasiado y las boté a la basura en un acto de psicomagia: “si están hechas mierda, ya no me sirven”. Sin embargo, las extraño, aún sabiendo que estaban para la cagada… pero sé que ya no podré tenerlas devuelta, y que tendré que comprarme unas nuevas que no dejaré que se estropeen tanto.

Las chalas hechas mierda es una bandera de lucha hoy en mi vida. Y al igual que a ellas, seguramente extrañaré a J, lo nuestro, por muy disfuncional que haya sido. De hecho, ya lo extraño…. El duelo ha comenzado: que venga lo que tenga venir, hoy estoy lista para enfrentarlo.

Y bueno, si bien sé que hoy no estoy lista para una nueva relación, quiero estarlo en un futuro, me debo mí misma ese amor rosado con gusto a chicle de fruta, un amor con proyección, de a dos, un amor lindo, romántico que me haga suspirar de felicidad y no de angustia.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Mi propio Dawson’s Creek (versión light)


Con M nos conocimos hace unos diez años en una impersonal sala de clases por medio de un muy buen amigo mío de aquella época universitaria. Si cierro los ojos y me concentro bien en recordar el momento exacto, creo hasta verme, toda flaca, con mi adorado pantalón de cotelé celeste ajustado, mi largo pelo ondulado adornado por un cintillo, sentada en un banco, tomando apuntes e intentando no quedarme dormida en medio de una latera clase de opinión pública.

No recuerdo exactamente cómo o por qué comenzamos a ser cada vez más amigos, creo que fue gracias a un trabajo para esa clase que nos obligó a pasar más tiempo juntos, no estoy muy segura, pero como haya sido, nos convertimos en bien cercanos al punto de compartir conversaciones eternas por teléfono sobre nuestras ideas, opiniones, sueños y experiencias… incluso las más intimas.

No teníamos amigos en común en la Universidad porque él había entrado varios años antes que yo, por lo que poco o nada conocía a los de mi generación, pero eso no fue impedimento para juntarnos y matarnos de la risa.

Típico que nos molestaban “ehhhh, M….” me decían a mí, hasta Paris y Frank, que a todo esto lo conocían y lo adoraban, me predecían que íbamos a terminar pololeando (no uso este verbo desde hace mil años, pero en esa época el romance era igual a pololeo). Y yo con cara de “párenla por favor” siempre respondía lo mismo “somos sólo amigos, además, lo conozco demasiado para verlo de otra forma”…. Ahora veo esto como un argumento curioso, por lo bajo.

Tengo hartos recuerdos de nosotros versión amigos, recuerdo que luego de un término amoroso, lo invité a un concierto de Shakira con mi primer sueldo de practicante, recuerdo su auto rojo que me sirvió más de alguna vez de locomoción hacia mi casa, recuerdo sus historias de mujeres y wafles (hasta hoy lo tonteo con eso), sus tradicionales asados en la hermosa casa de sus papás….

En fin. Pasaron los años, y bueno, en medio de todo eso, conocí al hombre que se convirtió más tarde en mi marido. Recuerdo muy bien que se lo conté feliz a M en una conversación por teléfono y su reacción fue curiosa, porque en vez de alegrarse, me acuerdo que me dijo que tuviera cuidado porque (después de conocerlo) no confiaba en él y que no le tincaba para mí y que no sé qué más…. Yo quedé plop y media enojada, pero no caía, tan pava, como siempre.

Recuerdo que ese tiempo, Paris, en uno de sus momentos luminosos me dijo “es que tu le gustas”, pero no le hice caso. Nos fuimos alejando, recuerdo que en esa época él andaba medio herido por una desilusión amorosa y andaba con cada mina para pasar el rato, algo que me molestaba, debo acotar.

Hasta que un día puse fecha a mi matrimonio. Estaba feliz, y obvio que lo invité, él en esa época era sin duda mi mejor amigo, incluso en aquél entonces mucho más que P. Sin embargo, dos meses antes de mi casamiento me inventó miles de excusas para no ir, y yo, con la neura propia de una novia, lo mandé literalmente a la mierda.

Me casé….. y pasó por lo menos un año o quizás más y nunca más supe de él. A todo esto, mi en ese entonces marido nunca lo podía ver, le cargaba, supongo que “olía” algo por ahí… en fin. Hasta que un día me mandó un mail pidiéndome disculpas, y yo le respondí feliz, nos volvimos a ver en aquél entonces un par de veces más. Nos recontamos la vida, me explicó que había sentido “celos de amigo” y que por eso había reaccionado así por el tema de mi matrimonio.

Yo, por mi parte, en esa época andaba perdida, dando bote, con un matrimonio de mentira, pero inconciente de lo que se me venía. Él, por su parte, también estaba con alguien especial y ese alguien se convirtió años después en su novia.

Volvimos a alejarnos por las circunstancias y en medio de todo ese tiempo, la vida de ambos cambió del cielo a la tierra. Yo me separé, conocí a J, pasé por momentos dolorosos, terribles, pero aleccionadores, me contrataron en un trabajo… uf miles de cosas por mi lado.

Y pasaron varios años, hasta que un día hace unos cuatro o cinco meses, de la nada, y sin saber bien por qué, lo busqué por MSN y aún tenía la misma cuenta. Ahí nos volvimos a reencontrar.

El reencuentro en esta pasada fue distinto, o sea, seguíamos siendo los mismos, nos reíamos de las mismas leseras y teníamos la misma química, pero él, por primera vez confesó que “sentía cosas por mí”. Y bueno, para tratar de resumir, una cosa llevó a la otra y hoy somos… no sé qué somos, pero sí puedo decir que me encanta lo que tenemos.

Esta es la primera vez en mi vida que primero soy amiga y luego algo más, siempre he sido reticente con esas relaciones, ya que para mí un amigo es como un hermano, sin embargo, tal vez esto no es un mandamiento. La gracia es que la química de los dos se traslada a lo íntimo y nos seguimos riendo, seguimos hablando. Sinceramente creo que no pasó antes porque no se podía, y que fue ahora, porque era el momento. La vida nos rejuntó seguramente para sacar tremendas lecciones y yo hoy tengo el corazón abierto para aceptarlas con humildad.

Con él me permito ser yo misma, ser honesta, no tengo la necesidad de recurrir a la mentira, al “personaje”, ese que me impedía generar verdaderos lazos de intimidad con otro, por miedo a que si me veían cómo realmente era, media torpe y asustadiza, dejaría de ser atractiva. Confío en lo que me dice y también en lo que no me dice.

Y estuve pensando en mi argumento universitario de “no puede pasar nada porque lo conozco demasiado”. Yo creo que tiene relación con mi pánico a combinar sexo con sentimientos, esa es mi discapacidad emocional y la reconozco. Es como si durante toda mi vida siempre he tenido que optar o por tener buen sexo o una relación de amor. Temo ser herida, lo sé, pero de a poco he ido soltando ese miedo, porque prefiero eso antes que aparentar en la cama ser alguien que no soy y que de hecho, no quiero ser.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Como la nueva del curso


Así me sentí hoy en mi primer día oficial de vuelta al mundo laboral. Si bien tuve mis aprensiones, siento ahora que hace bien de vez en cuando llegar a un lugar nuevo, con otro ritmo, con caras nuevas, desafíos nuevos, por último digo yo, si hay un cahuín ya no es la misma lata que me mamé durante varios años de mi anterior pega… parecía disco rayado el “Ahora sí que me voy” (grillos). Incluso me he enterado de que hay gente que lo sigue diciendo jajaaja, me da un poquito de risa malévola, lo siento.

Debo admitir que lo que más me cuesta a mí es la interacción con el resto y no porque el mundo me caiga mal o porque yo sea una persona desagradable, sino que en esos aspectos soy más bien tímida, reservada…. Y hoy estuve especialmente callada, claro que piolita pero con las antenas bien paradas para cachar qué onda el resto….

Los observé y mientras algunos se contaban el dramón sentimental de la semana, otros se tiraban tallas, otros se echaban la choreá jajajaja, en fin, un mundo completamente nuevo. Ahora, voy a intentar mañana hablar más, supongo que el mundo se merece una oportunidad y quizás si me muestro demasiado ensimismada crean que es porque me creo la raja jaajajajja, pasa eso…

Siento que estoy en un lindo momento de mi vida, uno desconocido y lleno de cambios, tantos que a veces me mareo porque son cambios en cada uno de los aspectos de mi vida, laboral, sentimental, familiar….

Yo grafico los cambios como olas inmensas, para no ahogarse hay que dejarse llevar por ellas y yo hago todo lo posible para dejarme llevar, para no aferrarme al pasado, a la comodidad al miedo de sentir que es verdad que nada es para siempre y que todo se transforma….

Incluso la otra vez tuve una idea media loca que J odió - debo acotar – en medio de divagaciones comenté que era un poco ridículo que la gente llorara tanto en los funerales o que incluso hiciera misas recordatorias todos los meses para seguir llorando a la persona…. Suena insensible, pero es todo lo contrario, tengo una corazonada, de que la muerte es un cambio más, el único quizás que sabemos que tendremos. Todos vamos para allá.

Porque al final, creo que cuando uno llora a un muerto, llora por uno, porque uno va a echarlo de menos. Bueno, salvo que el deceso haya sido producto de algún accidente horrible o por asesinato.. ahí quizás es más factible que uno llore de pena, pero cuando se trata de gente de edad…. Creo que hay que dejarlos partir. Esta idea debe ser más vieja que el hilo negro, pero no sé, nunca antes había sentido que esa era la verdad de la milanesa. Mmmm como que me fui en volá jajaja.

martes, 16 de noviembre de 2010

Freno de mano


Recuerdo que cuando era chica, tipin 14, 15 o 17 años (uuuu jajaaj) cuando me gustaba alguien (de manera romántica) o cuando me sentía enamorada, me entregaba a ese sentimiento en cuerpo y alma (que no mal entienda eso del cuerpo jajaja).

No me hacía mayores preguntas como, hacia dónde podía ir esa relación, si me convenía o no, si me hacía bien o no, si él era independiente, si estaba resuelto. Sólo me bastaba que el chico me gustara, diera ricos besos y estaba lista. Todo el resto eran meros detalles que ni siquiera se me cruzaban por la mente.

Pero hoy – afortunada o desafortunadamente – no es así. Y no soy solo yo, sino que todos mis pares treinteañeros andan con el freno de mano de emergencia. Supongo que pasa porque ya todos conocemos – bueno, la mayoría por lo menos – el gusto amargo de perder a alguien, de que no nos corresponda o de no ser capaz de corresponder. Y no sólo reconocemos el sabor, sino que no queremos volver a sentirlo más.

¿Funciona el famoso freno de mano? Para ser bien honesta, yo creo que sí pero sólo cuando aún estamos en ese momento neuronal, cerebral y mental en que podemos decidir: o avanzamos o retrocedemos. En ese momento el freno de mano sirve, pero cuando se traspasa ese umbral, deja de tener efectividad, ya que ya estamos inmersos en los sentimientos profundos, navegamos por el océano de las ilusiones y de los sueños románticos…. Y no hay freno de mano, que por bueno que sea, que nos pueda ayudar a salir de eso sin que duela o sin que haya consecuencias, buenas o malas.

Me he pillado diciéndome a mi misma como si fuera un rezo o un mandamiento “no puedo darme el lujo de enamorarme ahora”. Y lo digo con convicción y aferrada a todos los puntos irresolutos de mi vida, siento que tengo tanto qué hacer antes de embarcarme en otra relación de pareja….. me da pánico nuevamente postergarme o encandilarme con la maravillosa droga del amor para, una vez más, sentir en un futuro, que hubo cosas que debí hacer antes y que de haberlas hecho, quizás, sólo quizás, esa relación habría resultado mejor….. Divago, lo sé.

Una vez conversando con mi amiga P, le confesaba que sentía que pedía tan poco en relación a un “otro romántico”. No soy una mujer fijada en grandes lujos, soy más bien simple, y lo único que pido es un hombre que no lleve en su espalda traumas infantiles terribles, heridas abiertas o ideas fijas equivocadas como la búsqueda de una segunda mamá.

Mi amiga P, con su sabiduría casi oriental, me dijo que ya a estas alturas era imposible pedir un hombre virgen en cuanto a dolores, que la hazaña real era encontrar uno que a pesar de todo eso, haya tenido un proceso de sanación bueno o que enfrente sus penas o dolores de manera saludable y positiva. La clave está, según y mi amiga, y lo confirmo es encontrar una PAREJA, que tal como dice la palabra es alguien que vaya a la par contigo, de la mano, y no detrás o encima y no uno convertida en mochila humana.

Y me quedé pensando en mi misma… yo tampoco soy un lirio, tengo algo de camino recorrido (que NO es igual a estar carreteada jajaja ojo) y recién ahora he podido enfrentar mis demonios personales con mayor efectividad, por lo que soñar con una especie de príncipe (me carga este concepto, pero es para graficar) sin complejos o rollos es simplemente fantasioso. Mejor, la realidad.
A pesar de todo lo anterior, debo reconocer que hay momentos en que me dan ganas de volver a sentir cual quinceañera, sin restricciones, sin tanto miedo, sin pensar en el futuro y sin tanta coraza.

En esta película “Comer, rezar, amar”, se decía que “quien tiene un corazón roto, es porque se arriesgó y la única forma de sanarlo es volviendo a amar”. Supongo que esa es la gran verdad que lo envuelve todo. El miedo nos paraliza y también nos hace perder oportunidades. Suena simple, pero…. es una tarea que creo que demora una vida completa.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Congelada


Soy de esas personas que de tanto intento, de tanto esfuerzo, generalmente logra las cosas que quiere, y eso va también para las que no son buenas ni tampoco sanas.

A veces debo reconocer que me desconcierta lo que muchas mujeres - me incluyo - están dispuestas a ceder, a tolerary a postergar en nombre del amor por un hombre. Supongo que la vida al final es ensayo – error, y de este tipo de cosas uno aprende, crece y evoluciona, a eso vinimos.

Como sea, aunque me da un poco de pudor confesarlo, yo, en nombre del amor, y con mucho esfuerzo mental y entrenamiento, le puse “pausa” a mi vida sexual a tal punto de que de pronto, sin si quiera darme cuenta, dejé de “tener ganas”, dejé de buscarlo, dejé de sentir deseos. El sexo de pronto, dejó de ser parte de mi vida a pesar que desde que nacemos todos, sin excepción alguna, somos seres sexuales.

Ya no lo extrañaba y así como me despedí del sexo, me despedí también de las caricias, los abrazos bien dados y hasta de los besos. A pesar de todo lo anterior, algo en mi interior, sabía que habían dos caminos, o me resignaba a una vida mutilada, feliz en algunos aspectos, pero castrada en otros o con el corazón en la mano, me armaba de valor y terminaba con esa seudo relación de pareja.

Después de mucho tiempo, opté con la garganta apretada – aunque parezca increíble – por la segunda opción. Sin embargo, por haber intentado tanto tiempo controlar el deseo, mi parte sexual, se adormeció tanto que temí nunca más volvería a despertar.

Me pasó hace unos días cuando en un momento me sentí congelada. “No siento mucho”, pensé en un instante donde tendría que haber sentido de todo. Aterrada, volví a intentarlo y felizmente comencé a sentir….

El camino del descongelamiento es largo y lleno de aprendizaje, dejar de ver el sexo como un apartado extraño de mi vida, dejar de sentir besos apasionados como ajenos y lejanos, será un proceso, dejar de sentirme incómoda con caricias será también una gran misión.

Pero lo importante es que nunca más voy a permitir hacerme tamaña injusticia.

martes, 9 de noviembre de 2010

Violencia sobre violencia


Me cuesta escribir del tema, pero de manera directa y también indirecta he experimentado y presenciado de cerca situaciones de violencia. Hay ciertos episodios en mi vida relacionados con el tema que quisiera borrar de sopetón, pero no se puede, tan sólo puedo recordarlos con dolor y sacar grandes lecciones de ello, lecciones que se resumen en un “nunca más quiero eso para mi vida, nunca más quiero exponerme de esa forma”.

Debo reconocer que me ha impactado algunas reacciones que ha generado la ya famosa campaña contra la violencia del Sernam, esa en que aparece Jordi Castell y otras figuras como Jorge Zabaleta, dejando en claro que maricón es el mejor apelativo para un hombre que le pega a una mujer.

Hoy además me enteré que habían aumentado el número de denuncias de mujeres maltratadas en Chile y también en otras partes del mundo donde también se da esta campaña. Desde esa arista, el mensaje me parece bueno, adecuado y positivo, pero incompleto.

Supongo que quienes no han visto de cerca la violencia intrafamiliar, deben pensar que con que las mujeres denuncien – o los hombres, porque ojo muchos de ellos también sufren en silencio – estamos al otro lado, y nos podemos dormir tranquilos. Ojalá fuera tan fácil, si estuviéramos en una película de Hollywood probablemente así sería, pero la realidad es mucho más compleja.

La realidad es que puede que una mujer denuncie que es golpeada por su pareja, marido o por quien sea. Puede que su dignidad y su autoestima sufra tremendamente por este vejamen, puede que sus hijos también sean marcados de por vida, pero eso NO significa que ella va a pedirle que él se vaya de casa, NO significa que ella va a pedir la separación, NO significa que va a dejar de amar a su agresor ni que lo va a dejar de justificar.

La denuncia es sólo un paso, nada más, por lo mismo, no es poco común que ellas vuelvan con sus agresores y lo que es más peligroso aún, lo hacen convencidas que con un solo “perdóname”, el sujeto va a cambiar de la noche a la mañana casi por acto de magia. La cosa, no funciona así, el círculo de la violencia es complejo y difícil pero no imposible de romper, pero con ayuda de profesionales, de amigos, familia, pero lo más importante con la toma de conciencia de la propia mujer de que lo que está viviendo está mal, que no es normal, que es doloroso y que le hace daño.

Otra arista de esta realidad es que a todos nos gustaría que los agresores, los hombres que golpean, fueran monstruos con dos cabezas, con jorobas en la espalda, siniestros y malvados, pero la realidad es otra. Muchos son buenos hijos, buenas personas, buenos trabajadores….. por lo que encuentro yo, y seguramente muchos podrán estar en desacuerdo, satanizar al sujeto hace que sea más fácil para nosotros decirle “maricón”, ya que es más complejo y confuso ponerse a pensar en qué es lo que lleva a un hombre a golpear o agredir a una mujer.

Incluso es tan complejo el tema de que un hombre puede convertirse en golpeador en un tipo de relación y en otra, jamás levantarle la mano a una mujer.

No voy a dar nombres, porque la persona se redimió, pero yo me vi envuelta durante un tiempo en una relación que “coqueteaba”, por así decirlo, con la violencia. Nunca me golpeó, pero cuando peleábamos él me gritaba y yo le gritaba, y caíamos en esta especie de círculo tóxico donde ganaba el que gritaba más fuerte. Si bien nunca me tocó, sí una vez me jaló del brazo tan fuerte que me dejó un moretón feo. Fue horrible y eso es algo que llevo en mi corazón y que me marcó por siempre.
Terminé la relación, muerta de susto y de pena, porque a pesar del jalón yo sabía que era un buen hombre, y no es por justificar, pero era hijo de padre golpeador y de una madre que lo permitió. No era poco probable que el “gen” de la violencia también lo llevara en su interior, y vaya cómo es la vida, explotó conmigo.

Volví con él, pero no así como así, me vi en la obligación de someterme a una terapia, y lo mismo él, para poder entender en qué momento entrábamos a este círculo. Y aunque esto se da poco o quizás casi nunca, salimos de él. Nunca más volvimos a pelear así, y aprendimos a reconocer cuando una discusión podía pasar a otra cosa, por lo que de manera inmediata la conversación se terminaba hasta nuevo aviso.

La relación igual terminó por otras causas ajenas a la violencia, pero evidentemente nunca se puede tener una relación sana después de haberse acercado de esa forma a la violencia. Ahí me di cuenta que la línea es muy delgada, que violencia no es sólo un golpe, una patada, es a veces mucho más sutil como un “estás gorda”, un “eres tonta” o un simple grito.

Recuerdo que hubo un tiempo en que sentí un tremendo rechazo por su madre, me pregunté mil veces, cómo era posible que una mujer dejara pasar por toda esa mierda a sus propios hijos, cómo no lo terminaba por último por ellos. Pensé muchas cosas, como que la señora era manipuladora, egoísta, que lo único que siempre le importó era ÉL y maní con los demás. Al final se separó, pero ya el daño estaba hecho.

Sin embargo, una tarde, conversando sobre la vida, ella habló sobre su miedo de envejecer y quedarse sola….. y me dio pena, porque ella era incapaz de asumir lo que permitió y el daño que le produjo a sus dos hijos. Fue ella la que los castró… llevar eso sobre la espalda, debe ser tan atroz, tan atroz, que mis juicios valóricos respecto a su comportamiento están demás, supongo que con eso, ya tiene suficiente.

Creo que todas y todos debemos estar atentos a las señales porque todas y todos podemos vernos envueltos en situaciones de alto riesgo. Una vez escribí un reportaje sobre el tema y me gané un premio del Sernam. Lo del premio me dio casi lo mismo, pero me emocionó el que fuera acerca del tema, lo sentí como un llamado, como una señal. Nada es al azar. Ay creo que me extendí….

Acá va el link del mencionado reportaje, lo encontré en el ciber espacio del recuerdo.

http://www.terra.cl/zonamujer/index.cfm?id_cat=2007&id_reg=1125850

viernes, 5 de noviembre de 2010

Lohan ¿qué hiciste?


No es que sea media esquizoide ni nada, ni soy biopolar ni tengo un trastorno de personalidad, pero mi lado B se llama Lohan, sí, aunque suene ridículo y hasta me dé un poco de vergüenza sacarlo a la luz pública.

Lo inventó mi amiga P, en esos tiempos turbios míos, medios caóticos, medios divertidos y muy aleccionadores. Cada vez que hacía alguna travesura, mi amiga me decía “Lohan”, obviamente inspirada en la actriz Lindsay Lohan que por esos tiempos – sigue igual en todo caso – se mandaba cada embarradita. En fin.

Siempre hemos leseado con “Lohan” y “Lily”, que es el alter ego más siniestro de P y que junto a Lohan son dinamita, jajajajaa, por algo somos amigas ¿no?

En fin. Hace un tiempo, varios años ya, diría yo, di por muerta a Lohan, para enrielar mi vida que en ese momento estaba llena de mentiras, dobles y triples vidas, de sexo sin sentido y muchas otras cosas más.

Goodbye Lohan, QEPD, RIP, escribí hace unos años, dedicándole varios homenajes sentidos y otros no tanto. La cosa es que me he dado cuenta que Lohan aún vive en mí, claro que una versión mucho más nice, más ingenua y menos truculenta que la de antaño, de lo contrario no podría ser compatible con mis actuales 30 años, con el camino que he tenido que recorrer para saber qué es lo que quiero y quién soy realmente.

Lohan es mi versión más sexual, se maneja mejor con los hombres que yo, y sabe exactamente qué decir o qué hacer para salir winner. Es estratega, todo el rato y a los hombres les encanta jajajaa. Supongo que ella es mi muletilla para enfrentarme a ciertas situaciones y me funciona aún, pero me la tengo que tomar a sorbos pequeños porque too much de Lohan es… fatal